Misterio en el Caribe-Agatha Christie
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
Digitalizado por Kamparina para Biblioteca-irc <strong>en</strong> Agosto de 2.003<br />
— No me es posible prolongar más tiempo esta situación, Ev<strong>el</strong>yn.<br />
No, no puedo.<br />
Ev<strong>el</strong>yn apreciaba algo indudable: habíase operado una profunda<br />
transformación <strong>en</strong> Edward. Vio que las manos de éste temblaban,<br />
que tragaba saliva, que su calmosa faz, reacia a reflejar cualquier<br />
emoción, se desfiguraba como <strong>en</strong> una mueca de dolor.<br />
— Por <strong>el</strong> amor de Dios, Edward, dime: ¿qué pasa?<br />
— No pasa nada. S<strong>en</strong>cillam<strong>en</strong>te, quiero marcharme de aquí.<br />
— Tú te <strong>en</strong>amoraste apasionadam<strong>en</strong>te de Lucky. ¿Qué? ¿Ya no hay<br />
nada de eso? ¿Es esto lo que querías decirme?<br />
— Sí. Naturalm<strong>en</strong>te, supongo que no volverás a ser la de antes...<br />
— ¡Oh! Por favor, dejemos esa cuestión a un lado. Yo quisiera<br />
descubrir cuál es la causa de tu trastorno, Edward.<br />
— No estoy trastornado... -sostuvo él débilm<strong>en</strong>te.<br />
— Sí que lo estás. Y, ¿por qué?<br />
— ¿No es evid<strong>en</strong>te la causa? — inquirió Edward traicionándose.<br />
— No lo es — repuso Ev<strong>el</strong>yn-. Reflejemos la situación <strong>en</strong> términos<br />
concretos. Tuviste un «asunto» con una mujer. Es algo que sucede<br />
a m<strong>en</strong>udo. Y ahora todo ha terminado. ¿O no ha terminado? Tal vez<br />
no, por parte de <strong>el</strong>la. ¿Me equivoco? ¿Se ha <strong>en</strong>terado Greg? Me he<br />
hecho <strong>en</strong> diversas ocasiones esta pregunta.<br />
— Lo ignoro — respondió Edward -. Él no ha dicho nunca nada. Yo<br />
le veo tan cordial como siempre.<br />
— ¡Qué torpes pued<strong>en</strong> llegar a ser los hombres! — exclamó Ev<strong>el</strong>yn,<br />
p<strong>en</strong>sativa-. Veamos... Quizá Greg haya c<strong>en</strong>trado ahora su interés<br />
<strong>en</strong> una mujer determinada. Sí. Esto también puede ocurrir.<br />
— Ha int<strong>en</strong>tado conquistarte, ¿verdad? — preguntó Edward— .<br />
Respóndeme... Yo sé lo que él ha...<br />
— ¡Oh, sí! Pero eso no ti<strong>en</strong>e nada de particular — dijo Ev<strong>el</strong>yn,<br />
despreocupadam<strong>en</strong>te-. Es lo que hace siempre que frecu<strong>en</strong>ta <strong>el</strong><br />
trato de una mujer, sea qui<strong>en</strong> sea. Greg está hecho así. No pone<br />
corazón <strong>en</strong> sus int<strong>en</strong>tonas. Se conduce de una manera puram<strong>en</strong>te<br />
instintiva.<br />
— ¿Te interesa él, Ev<strong>el</strong>yn? Preferiría saber la verdad.<br />
— ¿Hablas de Greg? Le he tomado afecto... Me divierte. Es un bu<strong>en</strong><br />
amigo.<br />
— ¿No hay más? Quisiera creerte.<br />
— No acierto a explicarme qué puede importarte ese detalle a ti —<br />
manifestó Ev<strong>el</strong>yn secam<strong>en</strong>te.<br />
— Supongo que me t<strong>en</strong>go más que merecida tu respuesta.<br />
Ev<strong>el</strong>yn se acercó a la v<strong>en</strong>tana de la habitación, echó un vistazo al<br />
exterior y tornó a su sitio.<br />
— Deseo muy de veras, Edward, que me digas qué es