Misterio en el Caribe-Agatha Christie
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
Digitalizado por Kamparina para Biblioteca-irc <strong>en</strong> Agosto de 2.003<br />
— ¡Bah! ¡Tonterías! — exclamó, despectivo, mister Rafi<strong>el</strong>.<br />
— Él mismo lo decía — aseguró Ev<strong>el</strong>yn Hillingdon.<br />
Ésta había hablado con un aire de autoridad totalm<strong>en</strong>te inesperado.<br />
— ¿Quién decía eso? — inquirió mister Rafi<strong>el</strong>— . ¿Se lo rev<strong>el</strong>ó a<br />
usted acaso?<br />
— Algui<strong>en</strong> difundió esa noticia.<br />
Miss Marple, que había provocado aqu<strong>el</strong>la conversación, quiso<br />
contribuir aportando algo.<br />
— Palgrave t<strong>en</strong>ía siempre <strong>el</strong> rostro muy <strong>en</strong>carnado — observó.<br />
— De eso no puede uno guiarse — manifestó mister Rafi<strong>el</strong>— . La<br />
verdad es que <strong>el</strong> comandante Palgrave no padeció nunca de<br />
hipert<strong>en</strong>sión. Así me lo hizo saber.<br />
— ¿Cómo? -preguntó la señora Walters-. No le <strong>en</strong>ti<strong>en</strong>do. No es<br />
posible que nadie vaya por ahí, asegurando que uno ti<strong>en</strong>e esto o lo<br />
otro.<br />
— Pues eso es algo que ocurre a veces, señora. Verá... En cierta<br />
ocasión, habiéndole visto abusar d<strong>el</strong> célebre «ponche de los<br />
colonos», tras una copiosa comida, le advertí: «Debiera usted vigilar<br />
su dieta y administrar o suprimir la bebida. A su edad es preciso<br />
p<strong>en</strong>sar <strong>en</strong> la presión sanguínea.» Me respondió que no t<strong>en</strong>ía por<br />
qué abrigar ninguna preocupación de ese tipo, ya que su presión<br />
era correcta, acorde con su edad.<br />
— Pero es que, según creo, tomaba alguna medicina — av<strong>en</strong>turó<br />
con aire inoc<strong>en</strong>te miss Marple mediando de nuevo <strong>en</strong> la<br />
conversación— . Creo que consumía un medicam<strong>en</strong>to llamado<br />
«Ser<strong>en</strong>ite», que es pres<strong>en</strong>tado <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado <strong>en</strong> forma de tabletas.<br />
— En mi opinión — declaró Ev<strong>el</strong>yn Hillingdon— , al comandante<br />
Palgrave no le gustó nunca admitir que podía padecer de algo, que<br />
podía estar <strong>en</strong>fermo. Debía ser uno de esos hombres que tem<strong>en</strong><br />
caer <strong>en</strong> <strong>el</strong> lecho, aquejados de cualquier mal, y se dedican a<br />
conv<strong>en</strong>cer a los demás — y a sí mismos— de que no les pasa nada,<br />
de que no les pasará nunca nada...<br />
Tratándose de Ev<strong>el</strong>yn, había sido un largo discurso. Miss Marple<br />
estudió at<strong>en</strong>tam<strong>en</strong>te la mor<strong>en</strong>a mata de sus cab<strong>el</strong>los, quedándose<br />
p<strong>en</strong>sativa.<br />
— Lo malo es que todo <strong>el</strong> mundo anda empeñado <strong>en</strong> averiguar las<br />
dol<strong>en</strong>cias d<strong>el</strong> prójimo — declaró <strong>en</strong> tono dictatorial mister Rafi<strong>el</strong>— .<br />
Se pi<strong>en</strong>sa, g<strong>en</strong>eralm<strong>en</strong>te, que todos los que han rebasado los<br />
cincu<strong>en</strong>ta años van a morir de hipert<strong>en</strong>sión, de trombosis coronaria<br />
o de cualquier cosa así... Bobadas. Si un hombre me dice que está<br />
bi<strong>en</strong>, ¿por qué he de imaginarme yo lo contrario? ¿Qué hora es?<br />
¿Las doce m<strong>en</strong>os cuarto? Debiera haberme bañado hace ya un<br />
bu<strong>en</strong> rato. Pero, Esther, ¿por qué no prevé usted estas cosas?