Misterio en el Caribe-Agatha Christie
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
Digitalizado por Kamparina para Biblioteca-irc <strong>en</strong> Agosto de 2.003<br />
desequilibrada.<br />
— No. Yo no opino igual — manifestó miss Marple.<br />
Ev<strong>el</strong>yn, curiosa, estudió su rostro.<br />
— ¿Qué quiere usted decir con eso?<br />
La luna había desaparecido hacía unos segundos tras una nube.<br />
Por fin aquélla brilló de nuevo <strong>en</strong> <strong>el</strong> firmam<strong>en</strong>to. Los cab<strong>el</strong>los de<br />
Molly quedaron bañados <strong>en</strong> un plateado resplandor.<br />
Miss Marple lanzó una exclamación de pronto. Inclinándose, tocó la<br />
cabeza de la muchacha. Al hablar con Ev<strong>el</strong>yn su voz t<strong>en</strong>ía un tono<br />
difer<strong>en</strong>te.<br />
— Creo que sería mejor que nos asegurásemos <strong>en</strong> lo tocante a<br />
nuestra suposición inicial...<br />
Ev<strong>el</strong>yn replicó, perpleja:<br />
— Pero... usted le dijo a Tim que no debía tocar nada...<br />
— Ya lo sé. Ahora bi<strong>en</strong>, <strong>en</strong> aqu<strong>el</strong>los instantes la luna no brillaba<br />
tanto. No pude ver...<br />
Suavem<strong>en</strong>te, las manos de miss Marple <strong>en</strong>traron <strong>en</strong> contacto con la<br />
espesa mata de cab<strong>el</strong>los rubios de aqu<strong>el</strong>la cabeza, que apartó, para<br />
descubrir la nuca, <strong>el</strong> comi<strong>en</strong>zo de la espalda...<br />
Ev<strong>el</strong>yn, asombrada, lanzó una exclamación:<br />
— ¡Lucky!<br />
Unos segundos después musitó como si quisiera conv<strong>en</strong>cerse a sí<br />
misma:<br />
— No es Molly... sino... Lucky.<br />
Miss Marple asintió.<br />
— Las dos ti<strong>en</strong><strong>en</strong> los cab<strong>el</strong>los rubios, de un matiz dorado casi<br />
idéntico; pero, naturalm<strong>en</strong>te, <strong>en</strong> las raíces de los de Lucky se<br />
observaba una zona oscura, consecu<strong>en</strong>cia inevitable d<strong>el</strong>... tinte.<br />
— ¿Y cómo es que llevaba <strong>el</strong> chal de Molly?<br />
— Le gustó desde la primera vez que lo vio. Le oí decir que p<strong>en</strong>saba<br />
comprarse uno igual. Eso es lo que hizo, probablem<strong>en</strong>te.<br />
— Así es, pues, cómo nos hemos <strong>en</strong>gañado...<br />
Ev<strong>el</strong>yn calló al mirar a miss Marple a los ojos.<br />
— Algui<strong>en</strong> — sugirió la última— t<strong>en</strong>drá que decírs<strong>el</strong>o a su marido.<br />
Prodújose otra breve pausa <strong>en</strong> la conversación, tras la cual Ev<strong>el</strong>yn<br />
respondió:<br />
— Conforme. Yo me <strong>en</strong>cargaré de eso.<br />
Dando media vu<strong>el</strong>ta, echó a andar por <strong>en</strong>tre las palmeras. Miss<br />
Marple permaneció inmóvil unos mom<strong>en</strong>tos. Luego volvió la cabeza<br />
a un lado rep<strong>en</strong>tinam<strong>en</strong>te, inquiri<strong>en</strong>do:<br />
— ¿Qué hay, coron<strong>el</strong> Hillingdon?<br />
Edward Hillingdon abandonó <strong>el</strong> refugio de unos árboles próximos<br />
para colocarse junto a <strong>el</strong>la.