Misterio en el Caribe-Agatha Christie
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
Digitalizado por Kamparina para Biblioteca-irc <strong>en</strong> Agosto de 2.003<br />
— ¡Oh, no! Unos nueve meses todo lo más, me parece.<br />
— ¿Es casado? — se av<strong>en</strong>turó miss Marple a preguntar.<br />
— ¿Que si es casado? No creo — respondió Esther, ligeram<strong>en</strong>te<br />
sorpr<strong>en</strong>dida— . Nunca dijo si...<br />
La señora Walters hizo una pausa, agregando después:<br />
— Por supuesto que no. Vamos, eso me atrevería a afirmar yo al<br />
m<strong>en</strong>os.<br />
Miss Marple dio a estas palabras la sigui<strong>en</strong>te interpretación: «Sea lo<br />
que sea, no se comporta como si fuese un hombre casado.»<br />
Pero... ¡Tantos hombres corrían por <strong>el</strong> mundo conduciéndose como<br />
si no fueran maridos! Miss Marple hubiera podido traer a colación<br />
una doc<strong>en</strong>a de ejemplos.<br />
— Es un hombre de muy bu<strong>en</strong> aspecto — observó p<strong>en</strong>sativa.<br />
— Sí, sí... — declaró Esther con indifer<strong>en</strong>cia.<br />
Miss Marple estudió a su interlocutora con at<strong>en</strong>ción. ¿Habrían<br />
dejado de interesarle los hombres? ¿Pert<strong>en</strong>ecería Esther a ese tipo<br />
de mujeres que se interesan tan sólo por un hombre? Le habían<br />
dicho que era viuda.<br />
— ¿Hace mucho tiempo que trabaja usted para mister Rafi<strong>el</strong>? -le<br />
preguntó.<br />
— Estoy con él desde hace cuatro o cinco años. Muerto mi esposo,<br />
me puse a trabajar de nuevo. T<strong>en</strong>go una hija interna <strong>en</strong> un colegio y<br />
la situación económica de mi casa era bastante apurada.<br />
— Debe ser difícil trabajar para un hombre como mister Rafi<strong>el</strong>.<br />
— No crea. Hay que conocerle, simplem<strong>en</strong>te. La ira le domina a<br />
veces y se contradice <strong>en</strong> múltiples ocasiones. Lo que le pasa es<br />
que se cansa de la g<strong>en</strong>te. En dos años ha t<strong>en</strong>ido cinco ayudas de<br />
cámara. Le gusta ver a su alrededor caras nuevas, otras personas<br />
con las que <strong>en</strong>sañarse. Nosotros dos nos hemos llevado siempre<br />
bi<strong>en</strong>, sin embargo.<br />
— El señor Jackson parece ser un jov<strong>en</strong> muy servicial, ¿verdad?<br />
— Es un hombre con tacto, <strong>en</strong> posesión también de ciertos recursos<br />
— declaró Esther— . Naturalm<strong>en</strong>te, de vez <strong>en</strong> cuando se ve <strong>en</strong>...<br />
Esther Walters se interrumpió al llegar aquí.<br />
— ¿En una difícil posición, acaso? — sugirió después de meditar<br />
unos segundos miss Marple.<br />
— Sí, sí, <strong>en</strong> efecto. Sin embargo — agregó Esther, sonri<strong>en</strong>do— , creo<br />
que hace lo que puede para pasarlo lo mejor posible.<br />
Miss Marple consideró det<strong>en</strong>idam<strong>en</strong>te estas palabras. No iban a<br />
servirle de mucho. Se esforzó por animar la conversación y a los<br />
pocos minutos oía una amplia información acerca d<strong>el</strong> cuarteto de<br />
los Dyson y los Hillingdon.<br />
— Los Hillingdon llevan vini<strong>en</strong>do aquí tres o cuatro años —