01.12.2018 Views

Misterio en el Caribe-Agatha Christie

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Digitalizado por Kamparina para Biblioteca-irc <strong>en</strong> Agosto de 2.003<br />

uno para contarlo.<br />

Su guardián int<strong>en</strong>tó tranquilizarla.<br />

-Sí... Este lugar sólo puede traernos la mala suerte. Lo supe desde<br />

un principio. Ese viejo comandante, tan feo... Ejerció sobre todos un<br />

influjo maléfico. Era portador d<strong>el</strong> mal de ojo. ¿No lo recuerda? Era<br />

bizco. ¡Eso trae siempre desgracias! Cada vez que me miraba, yo<br />

hacía la señal particular <strong>en</strong> estos casos para neutralizar su<br />

influ<strong>en</strong>cia, sacando los dedos índice y meñique y recogi<strong>en</strong>do <strong>el</strong><br />

anular y <strong>el</strong> corazón, la «señal d<strong>el</strong> cuerno». — La señora de<br />

Caspearo, sobre la marcha, llevó a cabo una demostración— . Pero,<br />

naturalm<strong>en</strong>te, por <strong>el</strong> hecho de ser bizco <strong>el</strong> comandante yo no<br />

advertía con exactitud la dirección de sus miradas...<br />

-Llevaba un ojo de cristal -dijo miss Marple, interesada <strong>en</strong> dar una<br />

explicación— . Perdió <strong>el</strong> suyo como consecu<strong>en</strong>cia de un accid<strong>en</strong>te,<br />

si<strong>en</strong>do <strong>el</strong> pobre Palgrave muy jov<strong>en</strong> todavía, según me informaron.<br />

De este defecto no era él <strong>el</strong> culpable.<br />

-Yo le digo que <strong>el</strong> comandante trajo aquí la desgracia... Sí. Llevaba<br />

consigo ese poder pernicioso d<strong>el</strong> mal de ojo.<br />

La señora de Caspearo alargó una mano, <strong>en</strong> la que se <strong>en</strong>cogieron<br />

rápidam<strong>en</strong>te los dedos anular y corazón, estirándose <strong>el</strong> índice y <strong>el</strong><br />

meñique. Se trataba de la tan conocida señal italiana, que rechaza,<br />

según dic<strong>en</strong>, eficazm<strong>en</strong>te, la mala suerte...<br />

-Bi<strong>en</strong> — añadió la supersticiosa mujer animadam<strong>en</strong>te-. El ya ha<br />

muerto. Ya no podré verle más. No me agrada mirar aqu<strong>el</strong>lo que es<br />

feo.<br />

Miss Marple p<strong>en</strong>só que a nadie hubiera podido ocurrírs<strong>el</strong>e un<br />

epitafio tan cru<strong>el</strong> para la tumba d<strong>el</strong> comandante Palgrave.<br />

Lejos de allí se veía a Gregory Dyson que acababa de salir d<strong>el</strong><br />

agua. Lucky había invertido la posición sobre la ar<strong>en</strong>a. Ev<strong>el</strong>yn<br />

Hillingdon la contemplaba y la expresión de su rostro, por una razón<br />

desconocida, provocó <strong>en</strong> miss Marple un estremecimi<strong>en</strong>to.<br />

«Seguro que bajo este sol abrasador es imposible mant<strong>en</strong>erse fría»,<br />

p<strong>en</strong>só.<br />

Levantóse, regresando seguidam<strong>en</strong>te, con l<strong>en</strong>tos pasos, a su<br />

«bungalow».<br />

Vio a mister Rafi<strong>el</strong> y a Esther Walters que desc<strong>en</strong>dían por la playa.<br />

El viejo le guiñó un ojo. Miss Marple no correspondió a su gesto,<br />

obsequiándole con una mirada que no era de agrado precisam<strong>en</strong>te.<br />

Miss Marple <strong>en</strong>tró <strong>en</strong> su casita, t<strong>en</strong>diéndose inmediatam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

lecho. S<strong>en</strong>tíase vieja, cansada y atorm<strong>en</strong>tada por una gran<br />

preocupación.<br />

Estaba absolutam<strong>en</strong>te segura de que no había tiempo que perder...<br />

Se iba haci<strong>en</strong>do tarde ya. El sol no tardaría <strong>en</strong> ponerse... El sol... Al

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!