Misterio en el Caribe-Agatha Christie
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
Digitalizado por Kamparina para Biblioteca-irc <strong>en</strong> Agosto de 2.003<br />
estantes de nuestro cuarto de baño. Me anunció que lo buscaría.<br />
— ¿Qué ocurrió luego?<br />
— Más ad<strong>el</strong>ante fue <strong>en</strong> mi busca... Había <strong>en</strong>contrado las tabletas.<br />
«¿Son las suyas?», me preguntó.<br />
— Y usted respondió...<br />
— «Desde luego que sí. ¿Dónde estaban?» Declaró que <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />
cuarto d<strong>el</strong> comandante Palgrave. Inquirí: «¿Cómo diablos fueron a<br />
parar allí?»<br />
— ¿Y qué le contestó a eso?<br />
— Me contestó que no lo sabía. Pero...<br />
Dyson, vacilante, se interrumpió unos instantes al llegar aquí.<br />
— Diga, diga, señor Dyson.<br />
— Bi<strong>en</strong>... Me dio la impresión de que sabía algo más de lo que<br />
estaba dici<strong>en</strong>do. Sin embargo, no presté mucha at<strong>en</strong>ción al<br />
incid<strong>en</strong>te. En fin de cu<strong>en</strong>tas no t<strong>en</strong>ía mucha importancia. Como ya<br />
he dicho, siempre dispongo de algunos frascos de repuesto. P<strong>en</strong>sé<br />
que podía haber dejado aquél <strong>en</strong> <strong>el</strong> restaurante o <strong>en</strong> otro sitio<br />
cualquiera, de donde <strong>el</strong> viejo Palgrave lo cogería por un motivo u<br />
otro. Tal vez se lo echara al bolsillo con <strong>el</strong> propósito de<br />
devolvérm<strong>el</strong>o, olvidándose de <strong>el</strong>lo más ad<strong>el</strong>ante.<br />
— ¿Y es eso cuanto sabe acerca de este asunto, señor Dyson?<br />
— Eso es todo lo que sé. Lam<strong>en</strong>to no poder serles de más utilidad.<br />
¿Ti<strong>en</strong>e importancia lo que les he comunicado? ¿Por qué?<br />
Weston se <strong>en</strong>cogió de hombros.<br />
— Tal como están las cosas cualquier detalle puede resultar de la<br />
máxima importancia.<br />
— Ignoro qué pap<strong>el</strong> cabría atribuir a mis tabletas. Yo me figuré que<br />
ustedes querrían saber cuáles fueron mis movimi<strong>en</strong>tos alrededor de<br />
la hora <strong>en</strong> que esa pobre muchacha fue apuñalada. He anotado<br />
todos aquéllos por escrito con <strong>el</strong> mayor cuidado posible.<br />
Weston parecía p<strong>en</strong>sativo.<br />
— ¿De veras? Hay que reconocer que es usted muy servicial, señor<br />
Dyson.<br />
— P<strong>en</strong>sé que así les ahorraba trabajo — alegó Greg, t<strong>en</strong>diéndole un<br />
pap<strong>el</strong>. Weston lo estudió. Dav<strong>en</strong>try aproximó su silla a la de él y se<br />
puso a leer por <strong>en</strong>cima de su hombro.<br />
— Esto está muy claro — manifestó Weston un minuto o dos<br />
después— . Hasta las nueve m<strong>en</strong>os diez minutos usted y su esposa<br />
estuvieron <strong>en</strong> su «bungalow», vistiéndose. A continuación se<br />
marcharon a la terraza, donde <strong>en</strong> compañía de la señora Caspearo<br />
bebieron algo. A las nueve y cuarto se unieron a ustedes los<br />
señores Hillingdon, <strong>en</strong>trando seguidam<strong>en</strong>te todos al comedor. Por<br />
lo que usted recuerda, debieron acostarse a las once y media.