Misterio en el Caribe-Agatha Christie
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
Digitalizado por Kamparina para Biblioteca-irc <strong>en</strong> Agosto de 2.003<br />
imponiéndose dulcem<strong>en</strong>te— . Descanse un poco. Ya verá qué bi<strong>en</strong><br />
se queda. Un leve pinchazo y...<br />
El médico preparó una jeringuilla.<br />
— No se hallará <strong>en</strong> condiciones de ser interrogada hasta que pas<strong>en</strong><br />
veinticuatro horas, por lo m<strong>en</strong>os — declaró— . Ya le avisaré a usted,<br />
inspector Weston.<br />
El atlético negro miró, uno por uno, los rostros de los hombres que<br />
se habían s<strong>en</strong>tado tras la mesa.<br />
— Juro que eso es todo lo que sé — dijo.<br />
Gruesas gotas de sudor perlaban su fr<strong>en</strong>te. Dav<strong>en</strong>try suspiró. El<br />
inspector Weston, de la Brigada de Investigación Criminal, que<br />
presidía la reunión, hizo un <strong>el</strong>ocu<strong>en</strong>te ademán. El fornido Jim Ellis<br />
salió de la habitación l<strong>en</strong>tam<strong>en</strong>te, arrastrando los pies.<br />
— Desde luego, no ha declarado todo lo que sabe — sancionó<br />
Weston, que hablaba con la suave <strong>en</strong>tonación peculiar de los<br />
habitantes de la isla— . Claro que no lograremos sacarle más, por<br />
muchos esfuerzos que hagamos.<br />
— ¿No le cree complicado <strong>en</strong> <strong>el</strong> suceso? — inquirió Dav<strong>en</strong>try.<br />
— No. Parece ser que los dos se llevaban bi<strong>en</strong> siempre.<br />
— No estaban casados, ¿verdad?<br />
Los labios d<strong>el</strong> inspector Weston se dist<strong>en</strong>dieron <strong>en</strong> una leve<br />
sonrisa.<br />
— No, no estaban casados. Poca g<strong>en</strong>te contrae matrimonio <strong>en</strong><br />
nuestra isla. Sin embargo, bautizan a los hijos. Victoria dio dos a<br />
ese hombre.<br />
— Sea lo que sea lo que haya tras esto, ¿estima usted que Jim Ellis<br />
estaba de acuerdo con... con su mujer?<br />
— Es probable que no. Seguram<strong>en</strong>te a él le daba miedo meterse <strong>en</strong><br />
un lío. Y me atrevería a afirmar que Victoria no había llegado a<br />
descubrir ningún secreto trasc<strong>en</strong>d<strong>en</strong>tal.<br />
— ¿Le bastaría, quizá, para hacer chantaje?<br />
— Yo no sé siquiera si me atrevería a emplear esa palabra. Dudo de<br />
que la jov<strong>en</strong> conociese su significado. Cuando se percibe una<br />
cantidad por ser discreto no se puede hablar de chantaje<br />
propiam<strong>en</strong>te dicho. Fíjese <strong>en</strong> esto: algunas de las personas que se<br />
hospedan aquí pert<strong>en</strong>ec<strong>en</strong> a una categoría social definida, que no<br />
ti<strong>en</strong>e más misión que vivir lo mejor posible. Su conducta, <strong>en</strong> cuanto<br />
a la moral, g<strong>en</strong>eralm<strong>en</strong>te, deja bastante que desear, y esto se<br />
aprecia de bu<strong>en</strong>as a primeras, sin otro trabajo que <strong>el</strong> de realizar una<br />
investigación superficial. Weston se expresaba <strong>en</strong> tono muy severo.<br />
— Sí. Su<strong>el</strong>e hacerse eso que usted ha señalado — manifestó<br />
Dav<strong>en</strong>try— . Cuando una mujer, por ejemplo, no quiere que se