Misterio en el Caribe-Agatha Christie
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
Digitalizado por Kamparina para Biblioteca-irc <strong>en</strong> Agosto de 2.003<br />
CAPITULO OCHO<br />
UNA CONVERSACIÓN CON ESTHER WALTERS<br />
— Este hot<strong>el</strong> no es ya lo que era antes -dijo mister Rafi<strong>el</strong>, irritado, al<br />
observar que miss Marple se acercaba al sitio <strong>en</strong> que él y su<br />
secretaria se habían acomodado— . No puede uno dar un paso sin<br />
tropezar con algui<strong>en</strong>. ¿Qué diablos t<strong>en</strong>drán que hacer estas viejas<br />
damas <strong>en</strong> las Indias Occid<strong>en</strong>tales?<br />
— ¿Adonde sugiere usted que podrían ir? — le preguntó Esther<br />
Walters.<br />
— A Ch<strong>el</strong>t<strong>en</strong>ham — replicó mister Rafi<strong>el</strong> sin vacilar— . O a<br />
Bournemouth. Y si no a Torquay, o a Llandudno W<strong>el</strong>ls... Creo que<br />
ti<strong>en</strong><strong>en</strong> donde <strong>el</strong>egir, ¿no? En cambio, les gusta v<strong>en</strong>ir aquí. En este<br />
lugar se si<strong>en</strong>t<strong>en</strong> a sus anchas, por lo que veo.<br />
— Visitar una isla como ésta <strong>en</strong> que vivimos es un privilegio<br />
reservado a pocas personas. Hay que aprovechar la ocasión<br />
cuando se pres<strong>en</strong>ta — arguyó Esther— . Todo <strong>el</strong> mundo no dispone<br />
de tantos medios económicos como usted.<br />
— Eso es verdad — convino mister Rafi<strong>el</strong>-. Olvídese de lo que he<br />
dicho... Bu<strong>en</strong>o, aquí me ti<strong>en</strong>e usted, hecho una masa de dolores. Y<br />
no obstante, me niega cualquier alivio. Aparte de no trabajar<br />
absolutam<strong>en</strong>te nada... ¿Por qué no ha pasado ya esas cartas a<br />
máquina?<br />
— No he t<strong>en</strong>ido tiempo.<br />
— Pues ocúpese de eso, ¿quiere? La traje aquí para que trabajara.<br />
Todo no va a ser tomar tranquilam<strong>en</strong>te <strong>el</strong> sol y exhibir su figura.<br />
Cualquiera que hubiese oído a mister Rafi<strong>el</strong> habría juzgado sus<br />
observaciones intolerables. Pero Esther Walters trabajaba a sus<br />
órd<strong>en</strong>es desde hacía varios años y le conocía bi<strong>en</strong>. «Perro que<br />
ladra no muerde», reza un refrán, y la señora Walters sabía que tal<br />
refrán era perfectam<strong>en</strong>te aplicable a su jefe. Mister Rafi<strong>el</strong> se s<strong>en</strong>tía<br />
aquejado de continuo por múltiples dolores y sus ásperas palabras<br />
v<strong>en</strong>ían a ser para él una válvula de escape. Dijera lo que dijera, su<br />
secretaria permanecía imperturbable.<br />
— Qué hermosa tarde, ¿verdad? -com<strong>en</strong>tó miss Marple,<br />
det<strong>en</strong>iéndose junto a los dos.<br />
— ¿Y cómo no? — preguntó con su brusquedad tan habitual <strong>el</strong><br />
viejo— . ¿No es eso lo que hemos v<strong>en</strong>ido a buscar todos aquí?<br />
Miss Marple dejó oír una leve risita.<br />
— ¡Oh, mister Rafi<strong>el</strong>! ¡Qué severo se muestra usted siempre! No