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Solemnidad: Natividad del Señor. Cicl - Autores Catolicos

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HAGIOGRAFÍA<br />

II-4<br />

La estolidez humana ante Juana de<br />

Arco. Mejor, la arbitrariedad.<br />

“En cierta ocasión uno de los teólogos le lanzó una<br />

pregunta que hizo a todos los presentes aguzar sus<br />

oídos con gran interés. Yo temblé y me dije: “Esta vez<br />

la han pillado, pobre Juana. No hay forma de responder<br />

bien a eso”. El sagaz teólogo inició su pregunta con<br />

tono indolente, como si sus palabras carecieran de<br />

importancia”.<br />

-“¿Vos aseguráis que Dios desea librar a Francia de<br />

las ataduras inglesas?<br />

-“Sí, respondió Juana, Dios lo desea así<br />

-“¿Y vos solicitáis hombres de armas para acudir a<br />

rescatar a Orleáns, según creo?<br />

-“Sí. Y cuanto más pronto, mejor.<br />

-“Pero, Dios es todopoderoso y capaz de cualquier<br />

cosa que se proponga hacer, ¿no es así?”<br />

-“Ciertamente, nadie lo duda”.<br />

-“El teólogo levantó la cabeza y le hizo la pregunta<br />

a la que me referí antes, con un tono de triunfo:<br />

Entonces, contestadme a esto: si Él quiere liberar a<br />

Francia, y siendo que todo lo puede, ¿qué necesidad<br />

tenemos de hombres de armas?”<br />

“Se produjo una gran agitación al oír la pregunta y<br />

las cabezas se movieron hacia <strong>del</strong>ante, mientras las<br />

manos reforzaban los oídos para no perderse la<br />

respuesta. El teólogo se rebulló con satisfacción y<br />

observó a los asistentes, como esperando un aplauso, al<br />

comprobar el buen efecto de su pregunta que se<br />

reflejaba en todas las caras. Sin embargo, Juana no se<br />

desconcertó en absoluto. Contestó sin ningún matiz de<br />

inquietud en su voz:<br />

-“Dios ayuda a los que se ayudan. ¡Los hijos de<br />

Francia deben combatir en las batallas, pero Él nos<br />

dará la victoria¡<br />

“Un brillo de asombro recorrió toda la sala, de<br />

rostro en rostro como un rayo de sol. Hasta al mismo<br />

teólogo pareció gustarle ver su golpe maestro rechazado<br />

con tanta limpieza. Yo escuché a un venerable obispo<br />

murmurar con el estilo propio de aquella época algo<br />

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