Solemnidad: Natividad del Señor. Cicl - Autores Catolicos

Desde que Dios se ha dignado visitarnos y se ha
hecho nuestro hermano, próximo, a más no poder, en los
sacramentos divinos, especialmente en el Santo
Sacrificio, desde entonces ya nosotros vivimos como
vecinos, como familia y hermanos, como amigos....
vivimos en su presencia, cercanos, para alabarle y
darle gracias por haber tenido la dicha de tenerle por
amigo.
Nos dan ejemplo de vida los ángeles de Belén que
siendo superiores a nosotros por su propia naturaleza,
alaban a su amor, Dios inmenso, en la gruta, en la
gruta de Belén. El ejército celestial que acompaña a
los ángeles que anuncian el Nacimiento del Redentor a
los pastores. “El ejército celestial alababa a Dios
diciendo gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a
los hombres que Dios ama”. Luc 2.
Nosotros no somos extraños a los hechos
maravillosos por Dios realizados. Hemos de sentirnos
inmersos en ellos porque El Señor los hizo para nuestro
bien y nuestro consuelo. El Niño divino, tan manso y
asequible, llena de su amor y felicidad –la pobreza no
cuenta ante su hermosura y su amor divino- a María y a
su esposo santo, y por ser Él la luz irradia el
entorno. Y son los pastores los que son invitados a
gozar de su encanto, y después los magos, y, poquito a
poco –al paso de Dios- se irá expandiendo hasta nuestra
puerta. En ella José nos llama diciendo: ¿quieres que
en ti nazca el Hijo de Dios? Y decimos sí, o decimos
no. Pero hoy tú has de darle tu amor o negarle la
entrada en tu amor.
Nosotros daremos cuenta de haber tenido entre
nosotros al Niño Jesús recién, a María y a José, y
todos los misterios que la Santa fe divina nos muestra
con claridad. Para Dios no cuenta el tiempo, en su
Corazón todo es presente. “Ahora es la etapa final en
que nos habla por su Hijo”, que es reflejo de su
gloria, es el mismo que sostiene el universo, viene a
purificarnos del pecado”. “Es Hijo natural de Dios,
adórenlo todos los ángeles”, Heb. 1. Son muy
importantes los momentos que vivimos.
Viene a transformarnos: de luz en tinieblas
San Pablo a Tito le enseña lo mismo que nosotros
hoy meditamos, han pasado veinte siglos: “Ha aparecido
la Bondad de Dios y su amor a los hombres”. Hemos de
ser “justificados, santificados, limpios, transformados
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