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Solemnidad: Natividad del Señor. Cicl - Autores Catolicos

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HOMILÍA <strong>del</strong> 2002<br />

VII<br />

Jesús es Dios mismo que en su naturaleza humana<br />

transparenta, transluce el arcano de su gloria y<br />

majestad divina.<br />

En los textos bíblicos se muestra la maravillosa<br />

hermosura incomparable <strong>del</strong> mundo celestial en el cual<br />

Dios mismo es la luz, vida y felicidad de los allí<br />

moran.<br />

“A unos pastores el ángel <strong>del</strong> <strong>Señor</strong> se les presentó<br />

y la gloria <strong>del</strong> <strong>Señor</strong> les envolvió de claridad y se<br />

llenaron de gran temor”, Luc 2. Estaban ante la<br />

inmensidad divina, y todo lo divino impone tanto que<br />

todo lo humano resulta horroroso, débil e incluso, de<br />

alguna manera, también <strong>del</strong>eznable.<br />

El mundo celestial resulta ser, por contraste con el<br />

mundo terrenal, como luminoso, (el terrenal tenebroso<br />

porque su luz es efímera y su calor torra y pronto se<br />

volverá frío intenso). Dios es luz ante un mundo<br />

tenebroso que a la mente que lo escruta le produce<br />

angustiosa claustrofobia.<br />

Ese mismo mundo produce por su inefable grandeza un<br />

temor como el que nuestro ser experimenta naturalmente<br />

ante el abismo abisal o ante la altura inmensa. Y es<br />

una sensación verdadera, auténtica, sensata, -en el<br />

fondo de admiración ante tanta excelencia que nos<br />

supera-; pero, inmediatamente, siempre, el corazón<br />

amorosísimo de Dios invita a la paz, a sosiego y la<br />

confianza porque está a nuestro favor: todo ese emporio<br />

de bienes es para nosotros, sus hijos.<br />

Ahora entendemos mejor, nos encontramos con los<br />

sentimientos adecuados para entender el texto<br />

emblemático sobre la divinidad de Jesucristo, y la<br />

relación <strong>del</strong> todo lo creado con su Creador celestial.<br />

Somos suyos naturalmente. ¡Qué suerte tan estupenda!<br />

Al empezar su Evangelio, San Juan evangelista,<br />

asienta los cimientos <strong>del</strong> templo divino de Jesucristo,<br />

templo divino de su mismo cuerpo. Y ya desde entonces<br />

donde Cristo está, hay un templo vivo <strong>del</strong> Dios <strong>del</strong><br />

Universo.<br />

“In principio, desde siempre, desde la eternidad ya<br />

existía la Palabra de Dios, que era Dios”. Dios no es<br />

mudo, es vivo, expansivo. Y sin Él todo es como<br />

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