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Solemnidad: Natividad del Señor. Cicl - Autores Catolicos

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ESTUDIO<br />

III-I-5<br />

La modernidad pretende sustituir la<br />

realidad fáctica e imponente por la<br />

fuerza de la razón. Y es imposible –como no sea<br />

como un acto loco- pretender que nuestra razón es<br />

anterior a la realidad, y sustento de todo cuanto<br />

existe. ¡Pues en éstas estamos¡<br />

“Si es verdad que los grandes razonadores son a<br />

menudo maníacos, también lo es que los maníacos son por<br />

lo común grandes razonadores. En el curso de una<br />

polémica que mantuve contra el “Clarion”, acerca <strong>del</strong><br />

libre albedrío, Mr. R. B. Suthers, sutil escritor, dijo<br />

que el libre albedrío y la locura eran la misma cosa,<br />

puesto que ambos significaban la acción inmotivada,<br />

como lo son siempre los lunáticos. Por ahora no perderé<br />

el tiempo en discutir los desastrosos deslices de la<br />

lógica determinista. Si aceptamos que pueda haber<br />

acciones inmotivadas, aun cuando sean las de los<br />

lunáticos, es evidente que el determinismo se viene<br />

abajo. Si la cadena de la causación puede romperse en<br />

manos de un loco, también se podrá romper en manos de<br />

un cuerdo. Pero no quiero discutir este aspecto de la<br />

cuestión, sino otro que me parece de mayor importancia<br />

práctica. No tiene tal vez nada de extraño que un<br />

socialista marxiano de nuestro tiempo ignore<br />

completamente lo que quiere decir libre albedrío, pero<br />

ya me parece más raro que no sepa cómo se conducen los<br />

lunáticos. Y sin embargo Mr. Suthers no entiende una<br />

palabra <strong>del</strong> asunto. Decir que sus actos son inmotivados<br />

es lo más falso que de ellos pueda decirse. Si de<br />

algunos puede decirse que son inmotivados hasta cierto<br />

punto, es de muchos de los actos minúsculos que los<br />

cuerdos ejecutamos a todas horas: silbar por la calle,<br />

destrozar la hierba con el bastón, pegar con el pie en<br />

el suelo, frotarse las manos. El hombre feliz es el que<br />

hace mayor número de cosas inútiles. Porque el enfermo<br />

no puede gastar en ociosidades sus pobres fuerzas”. (G.<br />

K. Chésterton: Ortodoxia, Artafulla, pág. 15).<br />

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