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Solemnidad: Natividad del Señor. Cicl - Autores Catolicos

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abrió sobre Él; no hay palabras humanas para<br />

expresarlo, vi a Dios, Padre Todopoderoso, vi a los<br />

ángeles y la oración de los justos como si clamasen y<br />

rezasen por Jesús. Me parecía oír la voz <strong>del</strong> Padre<br />

Divino a la vez que la de Jesús. Al mismo tiempo, vi<br />

abrirse el infierno debajo de Caifás, como una bola de<br />

fuego oscura llena de horribles figuras. Parecía sólo<br />

que una fina tela lo separase de él. Vi toda la rabia<br />

de los demonios concentrada contra Jesús. Vi muchos<br />

espectros horrendos entrar en la mayor parte de los<br />

asistentes. Y en ese momento, Nuestro <strong>Señor</strong> pronunció<br />

sus solemnes palabras: “Yo soy el Cristo, el Hijo <strong>del</strong><br />

Dios vivo”.<br />

“Entonces Caifás se irguió inspirado por el<br />

infierno, tomó el borde de su capa, lo cortó con su<br />

cuchillo y rasgándolo con solemnidad exclamó con voz<br />

grave: “¡Ha blasfemado!”<br />

La reacción de compasión ante Jesús<br />

silente.<br />

“La cólera de Caifás era indescriptible; pues las<br />

crueldades ejercidas contra Jesús, las contradicciones<br />

de los testigos, y, la infatigable paciencia <strong>del</strong><br />

Salvador, empezaban a producir una viva impresión sobre<br />

muchos de los presentes. Algunas veces la multitud<br />

silbaba a los testigos, el silencio de Jesús conmovía a<br />

algunos de los presentes, y diez soldados se sintieron<br />

tan trastornados por lo que estaban viendo que se<br />

retiraron bajo el pretexto de que estaban enfermos. Al<br />

pasar cerca de Pedro y de Juan les dijeron: “El<br />

silencio de Jesús de Nazaret ante un trato tan cruel es<br />

sobrehumano y partiría hasta un corazón de hierro”.<br />

Las grutas al sur de Jerusalén.<br />

Estos eran conocidos por Juan y Pedro como de los<br />

que fueron a prender a Jesús en el huerto. Pues<br />

“aquellos hombres salieron de la ciudad, encontraron a<br />

otros que los condujeron al otro lado <strong>del</strong> monte Sión, a<br />

las grutas al sur de Jerusalén; hallaron en ellas a<br />

muchos discípulos escondidos que tuvieron miedo de<br />

ellos, pero los soldados pronto calmaron a sus hombres<br />

y les contaron los padecimientos de Jesús”.<br />

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