Solemnidad: Natividad del Señor. Cicl - Autores Catolicos

HISTORIA
II-I-6
No hay razas, y si las hay poco
importa, lo que importa es que todos
somos personas y por Dios llamados.
¡Que manía se tienen los pueblos por ser egoístas
siendo de natural seres asomados a los ventanales de
nuestros sentidos! Los nacionalismos, autistas
irredentos, prefieren una raza divina que ellos se
inventan y agotan, o más bien encierran en la mazmorra.
Y para confirmarlo les muestro un poquito de una
Historia de aquí del “Fin del mundo” en el “finis
térrae”, (que los nacionalismo zafios llaman
“fisterra”). Me viene a la mente el término que usa
Sancho para llamar a la Teología, la llama “tulogía”.
¡Son cosas de Sancho los nacionalismos que se han
convertido en religión, y causan muchas guerras por su
satanismo fanático¡
Ahora contemplamos a la confederación sueva que se
había constituido en Centro-Europa.
A partir de una azarosa y versátil historia los
encontramos hacia el 375 desintegrándose su
confederación. Y como el imperio está flojo –romano se
entiende-, cada grupo intenta adentrarse por su cuenta
hacia el Oeste. Todavía están más allá del Rin. Uno de
los grupos se instala en Suavia entre Baviera y Suiza,
que mantiene todavía el dialecto heredado. Otro grupo
suevo se instala en Pavía: La Lombardía. (Da la
sensación que todos somos suevos y –por qué no decirlo-
todos somos todo). Otros dirigentes más fuertes se
enrolan en el ejército romano y uno de sus hombres
llegará por el 450 a ser un hombre fuerte: Ricimero.
(Eran muy abiertos, los de hoy cerrados en rígida
cárcel) Por si el campo de siembra fuera poco (en lo
poco que yo mezclo y remezclo) resulta que un tal
Hermerico con un grupo de unas cinco mil familias
decide unir su suerte a la de sus vecinos los alanos. Y
se orientan hacia el Rin asociándose a su vez con los
vándalos que tienen también sus dos ramitas (silingos y
asdingos). Realmente ya nunca se podrá hablar de razas
sino de conglomerado que será la característica del
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