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Solemnidad: Natividad del Señor. Cicl - Autores Catolicos

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Época pagana<br />

I-8<br />

La República enferma no sana con la<br />

falta de aplomo de Cicerón, débil y<br />

ofuscado y enredado en un senado<br />

corrompido.<br />

Seny.-Un Lord tenía su fábrica y se preparaba el viernes para ir a jugar al<br />

golf. Le avisan de que aquella está en llamas. La respuesta: el lunes tendré<br />

un gran disgusto”.<br />

“Como Catón lo había querido, los parciales de<br />

Catalina detenidos el 3-XII-63 a. C “vivieron”; pero<br />

nadie, ni siquiera Catón, se atrevió a invocar, para<br />

inmolarlos a la paz civil, el derecho implícito en el<br />

senadoconsulto supremo, ni a agravar la pena de muerte<br />

a que fueron sentenciados, con la confiscación de<br />

bienes –que aquella pena debiera haber arrastrado<br />

automáticamente-, de la que Cicerón, el cónsul había<br />

temblado ante la ejecución que por su repentino rigor y<br />

su discutible legalidad dejaría en las masas<br />

resentimientos inextinguibles. Por el contrario, César,<br />

con apariencias de vencido, había alcanzado todos sus<br />

objetivos. De la ola de reprobación que le envolvía<br />

momentáneamente, emergía con el prestigio que se<br />

atribuye a los hombres de inconmovibles principios. Por<br />

sus revelaciones en octubre, él había cerrado el paso a<br />

Catalina. Por su actitud generosa en diciembre, al<br />

reprobar los criminales manejos de los parciales de<br />

Catalina, supo ganarse el reconocimiento de una<br />

multitud ignorante y desdichada que había sido seducida<br />

con locas promesas. Durante todo el año jugó con el<br />

cónsul y con los nobles como el gato con los ratones,<br />

hostigándolos sin descanso, excitando ahora y enfriando<br />

después sus impulsos combativos, y, para terminar,<br />

acorralándolos –tras un período de contemporización y<br />

de reticencias, que puso de manifiesto lo débiles que<br />

eran- hasta el extremo de que más tarde o más pronto el<br />

despotismo caería como una maza sobre sus cabezas. En<br />

realidad la conjuración de Catalina anunciaba la muerte<br />

de la República. Si hubiese triunfado hubiese tabla<br />

rasa de la Curia, de Roma y de Italia. Pero sólo<br />

temporalmente. Pompeyo, de vuelta a la península, a la<br />

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