Solemnidad: Natividad del Señor. Cicl - Autores Catolicos

ÉPOCA CATÓLICA
I-8
El segundo sacrificio de las grandes
fiestas de Méjico incluye algo como la
encarnación.
Seny.-“Los balances de Zapatero son como los globos de helio: una cosa
inflada que ocupa tiempo y espacio, una pasión inútil, que diría Sastre”.
El primero era a Tetzcatlipuca (el del joven que
hemos puesto en otro lugar de este mismo documento); y
el segundo era a Uitchilipochtli, en cuyo honor se
celebraban también ceremonias numerosas y complejas, y
entre ellas una procesión en la que llevaban la imagen
del dios, capitanes y soldados. Las doncellas mejicanas
se pintaban el rostro con cremas coloradas, y se
cubrían brazos y piernas con plumas rojas y ornamentos
de cañas y papel, y así ataviadas, bailaban con los
sacerdotes, que llevaban la cabeza decorada con plumas
blancas de gallina y los labios y mejillas lustrosos de
miel. Uitchilipochtli, desde luego, no se dejaba
engañar por estos bailes, y exigía también se le
ofreciera un joven especialmente escogido. Esta segunda
víctima se llamaba Yxteucalli, y acompañaba a la
encarnación de Tetzcatlipuca, iba su cabeza a coronar
otro de los postes del Tzonpantli, al lado de aquel en
que ya estaba la cabeza de su compañero”. (Salvador de
Madariaga: Hernán Cortés, Austral, p. 175).
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