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Nos esperan
Hno. José María Valladolid (1935-2011)
E
stimados celebrantes, Carmina, hermana del
Hno. José María, Hno. Javier Abad, familiares,
Hno. Álvaro, Hermanos y amigos todos:
Hoy hemos querido acompañar a nuestro Hermano
José María a este acto bonito, significativo, de
firmar el último libro escrito en este domingo, día del
Señor. Hoy, con gozo, no exento de cierto dolor por
su pérdida física de entre nosotros,
hacemos grupo en torno a él y en
torno a la mesa del altar porque nos
dedica con su rúbrica el mejor libro
que ha escrito, el más fecundo, el más
fabuloso, el más lleno de color que es
el libro de su vida. Y no hemos querido
que se marchara de entre nosotros
sin leer, a hurtadillas, la dedicatoria
que ha puesto, usando las palabras
que tomó prestadas al apóstol Pablo y
que hemos escuchado en la primera
lectura: “Buscad lo de arriba… estad centrados en lo
de arriba, no en lo de la tierra… pues vuestra vida
está escondida con el Mesías Jesús, en Dios…” (Col
3, 2-4). Y es bueno que un Hermano con los pies en
la tierra, con un trabajo desbordante ejercido a lo
largo de su vida a favor del Instituto, nos avise de que
no hay que perder de vista que nuestras raíces están
allá arriba, “… donde está Cristo sentado a la derecha
de Dios, en el cielo…” (Col 3, 3).
Es bueno, pues, recordar el esfuerzo infatigable
desplegado por el Hermano José María. Con una
dedicación encomiable a “las cosas de La Salle”, nos
ha hecho amar y querer más nuestras raíces, que son,
en el fondo, nuestra forma particular de ser Iglesia en
el mundo. Nos deja un importante legado que ha
posibilitado que nuestro Instituto, sus orígenes, sus
raíces sean más apreciadas por Hermanos y lasalianos
y, sobre todo, por hacernos tan cercanas las figuras de
Juan Bautista de La Salle, de sus parientes próximos
o de los primeros Hermanos del Instituto. Por eso,
Nos esperan
Hno. Andrés Corcuera
Homilía en el funeral (4 de septiembre de 2011)
justo es agradecerle de nuevo ese inmenso regalo
escrito como una joya de los orígenes que nos hace
sentirnos más gozosos a la hora de recuperar nuestras
raíces.
Setenta y seis años de vida, cuando se viven con
la fecundidad de nuestro Hermano, dan para mucho.
Es verdad que una vida, en servicio del Evangelio se
va preparando desde antes, en el inicio de su
existir. Por eso, sus padres, Bernardo y Máxima
se alegraron mucho, sin duda, cuando
ve la luz de la vida José María, en la ciudad
de Burgos, el 20 de marzo de 1935. Pronto,
a los 13 años, Bujedo será su casa de formación,
donde va madurando sus opciones
hasta hacer su primera profesión, aquí, en
esta casa, el 30 de julio de 1952.
Sus títulos, de Magisterio en 1955, de
Ciencias Religiosas, en Roma en 1963, la
licenciatura en Teología, en 1977, en la Universidad
de Comillas, y más recientemente, el doctorado en
Teología en el año 2007, en la Facultad de Teología
de San Dámaso (Madrid), le ayudaron mucho en su
labor de profesor en los primeros años y posteriormente
como investigador y escritor. En su persona, el
Hno. José María recogió un buen cúmulo de elementos
que supo poner al servicio de sus Hermanos y del
Instituto de La Salle. Acaso, quiso hacer suyas las
palabras el apóstol Pablo en la carta leída, cuando nos
ofrecía un programa de vida con estos datos: “vestíos
de ternura entrañable, tolerancia, agrado, humildad…
sed agradecidos… enseñaos y aconsejaos mutuamente
unos a otros lo mejor que sepáis…” (Col 3,
12-15).
Así lo quiso hacer nuestro Hermano José María
en su paso por las comunidades en las que desarrolló
su actividad como Hermano y su servicio a la
vocación recibida: En su primera comunidad en
Lourdes-Valladolid en el 1955, hasta 1959 en que
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