horizonte

La amistad no atrapa. El amor posesivo crea gruesas cadenas
y destruye al amigo.
Así es como quiero que seas, libre,
sin miedos, sin hilos que enreden.
Te vienes o vas cuando quieras.
Feliz yo me siento si vienes a estarte conmigo,
o si vas con otro que te ofrezca respeto.
¡Qué bien lo entendemos los dos, compañero!
Hoy he querido saber más de ti, y me informo.
A mi Pimentero lo llaman Erithacus rubecula,
pero él no lo sabe;
si no, tal vez pareciera, que era algo raro,
y perdiera su encanto mi buen Pimentero.
Los científicos conocen de ti muchas cosas,
pero no saben nada de nuestra amistad;
no interesa eso a ellos.
Me dicen que cantas, y tu canto semeja
una orquesta variada y llena de frases curtidas.
Te escucharé de lejos,
pues de cerca prefieres estar en silencio.
Tu presencia silente me basta.
Pronto llegará abril, y temo para entonces no verte,
pues sé que te buscas pareja,
y vas a formar un hogar donde criar y acunar
tus polluelos.
¿Dónde haces tu nido?
Casi ignorarlo prefiero, para no profanar
el lugar sagrado de tu intimidad
Cuando vea tu pico afilado portando un gusano,
seguiré tu rastro en el aire
y sabré que hacia allá estará tu cálido nido,
escondido en un hueco.
Pero no indagaré tu escondite.
Prefiero que pase algún tiempo
y ver tu bandada acercarse
allá donde yo remuevo la tierra.
Cuidado, que a veces acecha el peligro:
un gato escondido,
una piedra que vuela, una mano asesina,
un estanque engañoso.
Si algún día tropiezo con un leve manojo de plumas,
sin calor, sin vida, sin saltos traviesos,
con la mancha rojiza en su pecho...
Sentiré el dolor de tu ausencia muy hondo.
Compondré una elegía a un amigo sincero,
y allí mismo, entre flores, testigos de nuestros encuentros,
cavaré tu tumba.
Y sobre la misma, otras flores
crecerán tan rojas como tu pechera,
cada vez que aquí llegue otra primavera.
horizonte
Reflexión
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