horizonte

56
Reflexión
cual sea el papel de los sacerdotes, religiosos o religiosas
(solamente el 5% aducen este argumento, sino
que no lo ven suficientemente atrayente para ser tenido
como algo que conforme su vida “profesional”.
Respecto del tema del celibato (no casarse, se especificaba
en el ítem correspondiente) dejemos aquí
constancia que solamente el 14% de los jóvenes del
universo español lo señalan. La duda que nos queda
es hasta dónde es debido a las razones técnicas arriba
anotadas.
Por otro lado, los argumentos que aducen los jóvenes
se refieren, en última instancia a ellos mismos:
no quiero comprometerme definitivamente, no quiero
renunciar a una profesión, más que a elementos externos
del tipo no veo claro el papel del sacerdote o
religioso, no estoy conforme con el papel de la iglesia
en la sociedad actual, sin olvidar la poca relevancia
(en este colectivo insisto) de la cuestión del celibato.
No se puede sacar de aquí la conclusión precipitada
de decir, desde la institución eclesial por ejemplo,
que quienes tienen que cambiar son los jóvenes
(significando que deben ser más generosos, por
ejemplo) y no nosotros, Iglesia, modelo de sacerdotes,
religiosos, religiosas etc. Otra cosa es que se
hable del porqué de la ausencia de una “cultura vocacional”,
como se refiere, en repetidas ocasiones en
diversos documentos vaticanos.
Según Mayte Valls en el estudio 2010, las razones
exteriores que hacen que sea muy difícil desarrollar
un proyecto vocacional a la vida religiosa en una
sociedad como la spañola en la actualidad son:
El tipo de vida y los valores de la sociedad de consumo,
centrada en lo inmediato y empírico, a corto
plazo. Una vida basada en lo Trascendente, modesta,
de entrega, está en las antípodas de esta realidad.
9
Aunque la presencia del catolicismo en España
sigue siendo significativa, la socialización
religiosa es cada vez menor, con la notable excepción
de presencias simbólicas y folclóricas.
Se disiente, tanto entre creyentes como entre
no creyentes, de algunas directrices de la jerarquía
de la Iglesia. Más aún, no se aplican muchas de
las normas en la propia vida.
La valoración y conocimiento de la vida religiosa
por parte de la sociedad son muy pobres.
El tipo de vida religioso, más austero y sacrificado
del habitual, se contempla como una opción
anacrónica, propia de héroes o fanáticos,
cuando no directamente estúpida, especialmente
en lo que respecta al celibato. 68
6 Juan G. Bedoya, “¿Solución? Curas mujeres o casados”, en El País, 29
de noviembre de 2009.
horizonte