horizonte

La iglesia lasaliana, con el impulso recibido de
su fundador, Juan B. de la Salle, tuvo siempre en
punto de mira la misión. Sus hijos, herederos de un
santo, unas veces aprovechando contratiempos surgidos
en distintas naciones o gobiernos alineados contra
la Iglesia y sus congregaciones, Institutos, Órdenes…
y, otras, tomando la iniciativa, invadieron tierras
inmensas y continentes y lanzaron a voleo la
simiente, la doctrina evangélica. Se verificó una “polinización”
perfecta con resultados maravillosos. No
fue el viento, no hubo insectos, sí cundió el aliento
del Espíritu Santo. Visibles están los frutos.
Hoy, al leer Intercom, observo que el Instituto
desea dar nuevo impulso a este capítulo evangelizador,
innato en él desde sus orígenes. ¿Es un volver a
las raíces? Llámese como se quiera. Es apostar por
una causa noble que sigue mereciendo nuestro apoyo.
Laus Deo!
horizonte
PERO…
Reflexión
Los Hermanos vamos siendo cada vez menos y las
necesidades son cada vez más ingentes en el campo
de la evangelización.
¿Se impone reforzar esta política?.. ¡Merece la
pena! Así lo ha visto esta asamblea cuando llega a su
mitad el período intercapitular.
Disponemos de cuadros admirables de personal
docente –ellas y ellos– que, seguramente, sólo esperan
una palabrita de aliento… Alguien capaz “de
contagiarlos, de inocularles el ansia de la entrega
por causa tan bella para convertirlos en misioneros,
en evangelizadores”.
¡Toda la comunidad educativa en pie de “guerra”!
Nuestros profesores, “asociados” o “colaboradores”,
pueden convertirse en la vanguardia de esta
“expedición” evangélica.
Algo parecido, pero sensu contrario hicieron los
Apóstoles cuando decidieron elegir a los Diáconos.
Allí los Apóstoles –después de implorar al Espíritu
Santo– decidieron abandonar unos menesteres –que
los cubrirían otros– para poderse dedicar ellos a la
evangelización.
Aquí, el hecho consistiría en que nuestro personal
docente se decidiera a convertirse en aliados, en ministros
del Evangelio, expresión empleada por nuestro
Santo Fundador en sus Meditaciones, para implicarnos
a todos, revestidos de este “título de nobleza”.
¡Animo, a las gachas, que son de cebolla!
¿Qué respuesta obtendremos?.. Habrá que… llenarse
de Espíritu Santo, antes de intervenir, esperar el
“kairos”, el momento acompañado de gracia, insinuar,
introducirse con respeto sumo en el ámbito de
la libertad personal pero, al mismo tiempo, de forma
incisiva.
¡No tengáis miedo. YO estoy con vosotros!
¡Ojalá que esta llamada en Intercom suscite una
respuesta que sea como una brisa refrescante y que la
evangelización, a la que se nos invita al llegar el meridiano
entre los dos Capítulos Generales, tenga una
acogida valiente en la “Iglesia lasaliana” y que apoye
un renacimiento en la Iglesia!
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