horizonte

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Reflexión
creyentes que intentan, como buenamente pueden,
seguir su camino.
El agente de la pastoral de engendramiento
La pastoral de engendramiento no renuncia a elaborar
“proyectos pastorales”, ni mucho menos. Pero
está ante todo preocupada por establecer relaciones
armoniosas y solidarias entre todos los protagonistas
(agentes y jóvenes, entre ellos y con ellos). Es decir,
construye primero el tejido relacional que dará al
programa en red su huella evangélica. Por eso, los
proyectos serán discernidos, elaborados y puestos en
práctica por las personas implicadas. La labor del
agente es la de un mediador que, además, suscita aquí
y allá pequeñas realizaciones simbólicas, acompañando
“mini-procesos” que, creciendo, pueden germinar
en espacios de fe.
El agente de pastoral, así, trabaja en red, presta
atención a lo local, se hace presente y disponible,
cuida las relaciones de proximidad, de los creyentes
con los jóvenes y de los jóvenes entre sí. Naturalmente,
el agente sí tiene claro cuál es el objetivo de
toda acción pastoral: ayudar al encuentro con Cristo
Resucitado, pero se centra en poner en marcha
los elementos que permitan este encuentro, programando
y evaluando los mejores caminos para
propiciar esta relación con Dios en la línea evangélica,
pero siempre ayudando a que cada joven trace
su propio itinerario, con sus riesgos y peligros,
entre múltiples elecciones vitales posibles.
Diversidad en la Unidad
La clave está, como no podía ser de otro modo, en
los Evangelios, en las narraciones que nos cuentan
cómo Jesús entraba en relación con otros. Dejando,
además, que sea la propia Palabra la que engendre a
unos y a otros a la vida de Dios. Propiciar su interiorización,
su puesta en práctica, su relectura de lo que
ha obrado en aquellos que la han recibido, colaborar
en la reflexión sobre lo que han sentido en su afectividad,
será una ayuda inestimable para acompañar la
experiencia personal de encuentro con Jesús, hasta
que la fe se convierta, sin que sepa el protagonista
muy bien cómo, en la brújula interior que oriente su
vida.
Sin entrar en más detalles, en la Tradición recibida
de la Iglesia, los dogmas, no son ni las únicas
guías ni obstáculos. Se contemplan más bien como
“balizas” que guían a los creyentes deseosos de reflexionar
y comprender su fe. Así, los dogmas y las
afirmaciones del Magisterio nos dan “permiso” para
pensar en cierta dirección, sin riesgo a equivocarse o
a colocarse fuera de la comunión.
Los mismos relatos neotestamentarios nos recuerdan
que hay muy diferentes maneras de creer en el
Dios de Jesús: por eso es fundamental que la experiencia
de Cristo sea dialogada, compartida, confrontada
con otras, porque es muy personal y difiere de
un creyente a otro. Jesús fue un hombre completo, tan
próximo a pesar de su categoría divina, que todo el
mundo puede seguirle. De un evangelio a otro es el
mismo Hijo de Dios, pero en cuanto a la experiencia
de fe, la manera de sentirlo y anunciarlo es muy diferente.
Más aún: Cristo resucitado escapa siempre de
nuestro entendimiento, de nuestra experiencia concreta,
de lo que podemos afirmar de Él. Por eso nuestro
anuncio será tanto más verdadero cuanto más se
comparta desde la diversidad, sin exclusiones mutuas.
Concluyendo, la pastoral de engendramiento trata
de adherirse a la forma de actuar de Dios, dejando el
campo libre al Espíritu a través de un tejido relacional
y de experiencias amplio y rico, en cuyo ambiente,
deseamos, Dios pueda seguir engendrando creyentes
y seguidores desde su propia diversidad.
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