horizonte

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Vida en comunidad
Comunidad La Salle de Santiago
L
a comunidad encontró a mitad del ya gélido
noviembre, el calor y la acogida de las religiosas
cistercienses del cenobio, monasterio,
de Santa María de Armenteira, en la comarca del
Salnés, provincia de Pontevedra.
Qué calor y qué fervor, para contrarrestar el ambiente
húmedo del día. La comunidad orante intercede
por las demás comunidades. El oírnos juntamente
en la presencia del Señor anima nuestro rezo.
Pero acompañar a las religiosas en su rezo y canto
de Sexta en su oratorio, cautivó nuestro espíritu y nos
sirvió de magistral lección para afinar más nuestros
cantos ordinarios en la oración diaria. Su sentido del
ritmo acompasado, sin prisas ni tropiezos, nos volvió
a recordar la importancia de dar calidad de nuestras
preces, ya recitadas, ya salmodiadas o cantadas.
Pero, claro, el espíritu se recreó con la lectura del
“documento” a la vez que contemplamos el verdor
fresco de la pradera-finca del monasterio. Y la comida
de carácter vegetal, con patatas y berza del huerto
de las monjas, cocinado por sus cálidas manos, junto
con algún traguito del famoso vino tinto de Barrantes,
microclima de la zona, nos sirvió de relax estomacal
y nos animó a colaborar en el fregado de los
platos usados.
Como el lugar se prestaba para hacer nuestras pequeñas
andanzas, alguno de nuestra comunidad descubrió
un nido de fresquísimas setas lepiotas, e incluso
de exóticas “feixoas”. Unas y otras fueron nuestra
novedad en comidas posteriores en Santiago. Las
feixoas, con su sabor un tanto indefinido y desacostumbrado,
fueron nuestra delicia, máxime cuando las
saboreamos tras las indicaciones que nos hizo un
Hno. Santos Martínez
Hermano de la comunidad: macerarlas con la mano y
extraer su sabrosa pulpa con ayuda de una cucharilla.
Qué decir de las cualidades de esta fruta de origen
brasileño, allí conocida como guayaba, con su sabor
como de piña, chirimoya y mango: vamos, como si
fuese un “maná” con el gusto que cada cual quiera
experimentar.
Bueno, la ocasión de tener una tarde disponible
para disfrutar de esta preciosa comarca del Salnés,
dio margen para que unos eligiesen visitar Cambados
y Villagarcía, y que otros, tras la alerta de alguno que
descubrió por la mañana la bellísima ruta de senderismo
de los molinos del río Armenteira, optasen por
hacer, con ayuda de un buen palo, la bajada por las
márgenes del río y contemplar sus cerca de cincuenta
molinos casi seguidos, metidos alguno como muestra
en la cámara de fotos. O el área de recreo de dicha
ruta con típicas esculturas en piedra del costumbrismo
gallego: el hórreo, el recogedor de castañas, el
entorno de la iglesia, el “lavadoiro”, el juego de los
“rapaces”.
Tras el día tan completo de Armenteira y aledaños,
nos quedó el recuerdo y hasta la programación
de hacer nuestro retiro comunitario de Semana Santa
en tan plácido lugar.
Y aquí pongo punto para no cansaros, y como ya
saben los que con cierta frecuencia nos visitan y que
tienen acogida en nuestra comunidad, estamos encantados
de recibiros y gozar con vuestra visita de fraternidad,
a la vez que os hacéis eco de nuestra belleza
paisajística.
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