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Verano fecundo<br />
Cuarenta días en Guatemala<br />
C<br />
uarenta días es el tiempo que el Hno. Luis<br />
Rebolledo, Eduardo Ballesteros y yo hemos<br />
pasado este verano en Guatemala. Ahora que<br />
ha pasado un tiempo desde que hemos vuelto y con la<br />
serenidad que dan los días, puedo decir que ese país y<br />
esa experiencia han sido extraordinarios. Hemos<br />
aprovechado cada segundo y cada instante. Nos dejamos<br />
envolver por la fragancia humana y religiosa.<br />
Aunque no fue fácil, dejamos todo lo que llevábamos<br />
en la cabeza (opiniones, ideas, nuestros colegios…).<br />
Guatemala ha sido una buena oportunidad para llenarnos<br />
y crecer como personas, como maestros y<br />
como cristianos. No dejamos escapar lo bueno que<br />
fluía alrededor nuestro, y nos empapamos de ello.<br />
Nuestro proyecto ha consistido en colaborar en los<br />
colegios de Santa María Visitación y San Juan la<br />
Laguna, en el departamento de Sololá. En ambos<br />
centros los Hermanos llevan trabajando desde hace<br />
muchos años y su trabajo no ha caído en saco roto.<br />
Así, Santa María es una de las tres localidades de<br />
Guatemala libre de analfabetismo. Nuestra comunidad<br />
estaba en Santa María Visitación, dónde estaba<br />
también el Instituto La Salle. Durante cuarenta días<br />
bajábamos desde Santa María Visitación a San Juan<br />
la Laguna, viendo uno de los espectáculos más bonitos<br />
que hay en Guatemala, el amanecer en el lago<br />
Atitlán, un lugar dónde estoy seguro que es fácil<br />
José Javier Martínez<br />
encontrar a Dios. Durante cuarenta días hemos tratado<br />
de enseñar en el colegio San Juan Bautista, de San<br />
Juan la Laguna, a leer a niños de primero de primaria,<br />
hemos explicado matemáticas o las diferencias entre<br />
las letras z/s/c en 1.º de básica. Hemos colaborado en<br />
las convivencias cristianas y hemos aprendido que<br />
los valores lasallistas son Fe, Fraternidad y Servicio.<br />
Por las tardes trabajamos con jóvenes que querían ser<br />
maestros. Además de la lectura eficaz o aprender<br />
prácticas de química, estuvimos con ellos aprendiendo<br />
a tocar la marimba, a tejer, a lijar muebles, a amasar<br />
harina, o trabajar con buriles…<br />
En estos cuarenta días, Eduardo y yo hemos tenido<br />
la oportunidad de reencontrarnos con el que fuera<br />
nuestro profesor, tutor y animador de grupos a principios<br />
de los años 90 en Burgos, el Hno. Francisco.<br />
Hemos recordado viejas anécdotas, historias y vivencias<br />
de una época dulce de nuestra vida.<br />
40 días en Guatemala nos han servido también para<br />
aprender muchas cosas:<br />
- El valor de la sonrisa. Sonrisa que los niños y<br />
jóvenes con los que estuvimos nos recibían cada día.<br />
Sonrisa que tenían nuestros compañeros, los profesores<br />
de La Salle, también cada día. Sonrisa que tenían<br />
los vecinos de estas dos localidades cada vez que nos<br />
cruzábamos por la calle.<br />
- El ser HERMANO. Podría escribir mucho de los<br />
Hermanos, pues mucho ha sido el tiempo que hemos<br />
compartido juntos. La preocupación por los chicos, la<br />
humildad y la cercanía para abordar los problemas<br />
que el día a día traían a sus puertas, incluidas las de<br />
su casa. Hacía tiempo que no veía a un Hermano compartir<br />
su tiempo con los chicos, con sus alumnos…<br />
<strong>horizonte</strong>