01.05.2013 Views

horizonte

horizonte

horizonte

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

66<br />

Verano fecundo<br />

Pero, acostumbrados a las comodidades de nuestra<br />

vida cotidiana, esta ha sido una experiencia de austeridad.<br />

Experiencia de lasalianidad:<br />

Hemos tenido la oportunidad de encontrarnos con<br />

otros voluntarios que venían a otros proyectos en<br />

nombre de PROYDE. Estos encuentros han sido un<br />

cierto oasis en determinados momentos en los que<br />

uno necesitaba explayarse en la lengua madre, pero<br />

también una ocasión para contrastar lo que cada grupo<br />

estaba haciendo, compartir los pequeños pottus<br />

que la India iba dejando en cada uno, darnos cuenta<br />

de la acción de PROYDE a través de distintas manos,<br />

y sentirnos un poco mas familia lasaliana. Además,<br />

hemos visitado algunas obras que tienen los Hermanos<br />

en India, todas ellas destinadas de manera real y<br />

efectiva a los más pobres, porque los colegio están<br />

llenos de gente que no pueden ir a otros lugares al no<br />

poder hacer frente a los costes de su educación. Y<br />

hemos conocido a Hermanos de diversos lugares que<br />

se acercaron al colegio en distintos momentos, pero<br />

especialmente en la fiesta de Nuestra Señora de las<br />

Nieves, un acontecimiento que movilizó la ciudad en<br />

una fiesta continua.<br />

Saborear lo esencial de la vida:<br />

El contacto con la gente de Tuticorin nos demuestra<br />

que cuando uno no se empeña en llenar la vida de<br />

cosas, la vida se siente más ligera, más libre para<br />

apreciar lo que realmente importa y disfrutar de las<br />

cosas pequeñas. Nos hemos visto sorprendidos por<br />

una sociedad bulliciosa, que llena las calles a todas<br />

horas (porque no hay momento del día en que la calle<br />

este desierta), que canta una alegría que a muchos<br />

nos resulta incomprensible (porque en sus circunstancias<br />

nosotros solo tendríamos ganas de llorar,<br />

seguramente), que baila a ritmos vibrantes en un canto<br />

constante a la vida de la que han sabido extraer su<br />

esencia. No conocen otra cosa y por eso no lo echan<br />

en falta. Seguramente es cierto, pero que nadie les<br />

apague esa “inocencia”, no les tratemos hacer ver que<br />

necesitan cosas que en realidad no necesitan, porque<br />

sin ellas viven perfectamente.<br />

La gratuidad de los humildes.<br />

Antes de venir a la India ya nos habían hablado de<br />

los enormes ojos negros de los indios y de sus sonrisas<br />

sin fingimiento pero merecedoras de cualquier<br />

anuncio de pasta de dientes. Y hoy, esas sonrisas y<br />

esos ojos son para nosotros miradas y sonrisas concretas.<br />

Y en cada una de ellas, ningún interés oculto<br />

sino la única pretensión de mostrarnos su cercanía y<br />

de acogernos con humildad, de comunicarse, de mostrar<br />

hospitalidad.<br />

La lección esta ahí para no olvidarla, la lección<br />

del niño que se acerca y tú le preguntas si esta rico el<br />

mango que se ha comprado. Su respuesta no es “si” o<br />

“no”. Su respuesta es extender la mano para ofrecértelo,<br />

para que tú lo compruebes por ti mismo. Estas<br />

gentes se han hecho mucho bien al olvidarse de la<br />

propiedad privada. Aquí no existe el “mío”, sino el<br />

“mío para que todos disfrutemos”. Y lo más grande,<br />

cuando te ofrecen no están esperando recompensa,<br />

sino que brota del sentimiento de gratuidad que habita<br />

en su corazón. En India aprendimos que necesitamos<br />

un corazón libre de tantas ataduras que nos llevan a<br />

sufrimientos inútiles en forma de estrés, depresión, celo<br />

por lo nuestro, miedo a perder lo que tengo… Pero<br />

estamos de nuevo en nuestro primer mundo (en minúsculas<br />

con toda la intención), que con una agresividad<br />

sutil pero sin límites trata de convencernos de<br />

lo contrario.<br />

Un paseo por la marginalidad.<br />

Este es el país de los contrastes. El mundo dentro<br />

de los muros del colegio parece un microcosmos,<br />

donde los niños juegan, sonríen, estudian, van y vienen.<br />

Los hay pobres, pero no se les nota tanto, aunque<br />

a algunos les delata la desnudez de sus pies. Pero<br />

un día sales, y en los 500 metros que nos separan de<br />

<strong>horizonte</strong>

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!