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<strong>horizonte</strong><br />
¿Indignados?<br />
Un “paseo” nocturno por Madrid.<br />
De la indignación a la interiorización<br />
9<br />
de noviembre, miércoles, 8,15 de la tarde.<br />
Parada del metro de Atocha. Tres Hermanos:<br />
Esteban, Jorge y Paco me esperan en la iluminada<br />
Castellana para iniciar “un peculiar paseo nocturno<br />
por Madrid”. No va ser un paseo cualquiera<br />
camino del cine, o del teatro, o…, no, a las 8,30 ya<br />
estábamos en la iglesia del barrio de Lavapiés rezando<br />
y cantando vísperas con la comunidad de San<br />
Egidio. Salmos, Palabra de Dios, homilía con voz<br />
femenina, besos y abrazos entre mucha gente que ya<br />
se conoce y que respira solidaridad. Y después de la<br />
plegaria nos vamos al local de la comunidad a recoger<br />
los bocadillos, la sopa, los dulces y el café. De<br />
camino al metro compramos unas manzanas y plátanos<br />
para completar el menú.<br />
Nos hemos dividido en grupos para ir a distintos<br />
puntos de la marginación madrileña. En mi grupo me<br />
encuentro gente de mucha categoría solidaria: Beatriz,<br />
la coordinadora del grupo, que participa en muchos<br />
momentos con la comunidad de San Egidio;<br />
Diana, de origen panameño, madre de dos niños pequeños,<br />
que a pesar del poco tiempo de que dispone<br />
encuentra momentos para la solidaridad; Pepe, jubilado,<br />
aporta la experiencia de la vida y ofrece información<br />
para posibles trabajos; Juan, que a pesar de<br />
sus dificultades personales, encuentra espacio para la<br />
solidaridad; y los tres Hermanos de La Salle de la<br />
comunidad del noviciado que han hecho posible que<br />
viva esta experiencia.<br />
Resultaba simpático, y no habitual para mí, subir y<br />
bajar las escaleras mecánicas y recorrer los pasillos<br />
del metro con las bolsas de comida y el carro de la<br />
compra donde iban los termos de café y la sopa y de<br />
los que Juan ya es un experto transportista. De las<br />
profundidades madrileñas salimos por la boca de<br />
¿Indignados?<br />
Hno. Andrés Corcuera<br />
Metro a la histórica y deslumbrante Gran Vía, embellecida<br />
con las luces multicolores; algo en ella te invita<br />
a pasear por sus amplias aceras y a disfrutar de sus<br />
múltiples ofertas culturales, gastronómicas…<br />
Pero no, nuestro destino era otro; tomamos la calle<br />
Corredera Baja (Google me ha ayudado a poner<br />
nombre a las calles y situar a las personas con las que<br />
nos encontramos en esa noche) y en la confluencia<br />
con la calle Desengaño estaba nuestra primera parada.<br />
Allí fueron acudiendo algunas prostitutas, inmigrantes,<br />
parados…, muchos “desengañados” de la<br />
vida por diferentes causas. Mientras compartíamos la<br />
sopa, los bocadillos, el café… percibí que la conversación<br />
con ellos era tan importante como los alimentos y<br />
bebidas. Los compañeros del grupo los conocían por<br />
su nombre y gran parte de sus historias personales. Se<br />
apreciaba que valoraban sentirse escuchados y acompañados<br />
en esa fresca noche madrileña. Allí encontré<br />
cariño, cercanía, comprensión. Beatriz, Diana, Pepe…<br />
no tenían solución mágica para los problemas de<br />
estas personas, pero cada semana estaban allí con una<br />
calidad de presencia muy distinta a la de los habituales<br />
transeúntes de esa zona.<br />
Yo me sentí tranquilo, acompañado, pero inexperto…<br />
me dejé guiar, intentando no meter la pata al<br />
estilo del “turista solidario”. Fue larga la conversación<br />
que tuve con Rogelio, un brasileño que había<br />
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