horizonte

Residencia de Bujedo
L
a época navideña tiene un aire de fiesta, un
“algo” especial, fiesta de sentido religioso y
también familiar. Celebramos cada año el
nacimiento de un Dios que toma de nosotros la humanidad.
Con este motivo nos felicitamos, nos cruzamos
saludos, felicitaciones y nos deseamos paz,
amor y bien, es lo menos que se puede desear a los
demás.
La Navidad es también una época maravillosa y festiva,
donde reina la alegría, un tiempo donde la ilusión y la
tradición se dan la mano. Tan propio de estas fiestas es el
reencuentro familiar, el regreso al hogar de los hijos ausentes
por causa del trabajo o por otra razón. Pasada la
festividad de los Reyes Magos, la Navidad es ya un mero
recuerdo, sólo queda el capricho de hacer el balance de
ilusiones y realidades.
Por otra parte, os recuerdo que nos encontramos
ya en el umbral de un final y comienzo de un año
nuevo, hora igualmente de hacer balance del año que
termina y de proponernos una vida más fructífera en
el que comienza. Termina un año lleno de acontecimientos
religiosos y políticos, y el que comienza será
para nuestras vidas un año extraordinario, lleno de
sorpresas y con la ilusión de verlo terminar.
Todo ha pasado ya, es historia, queda el recuerdo.
Lo por venir llega ahora. El calendario empezará a
desnudarse de sus hojas, sentiremos el frío del loquillo
febrero. Llegaremos a pensar, sobre todo las personas
mayores, que en casa es donde mejor se está,
pues la calefacción se agradece y se afirma su calidad
más que buena.
Vida en comunidad
Hno. Lucinio Rico
En nuestras agendas quedarán anotaciones sin tachar.
Se trata de esas notas de hechos como: noticias,
alegrías y desengaños que nos sobrevinieron. Y como
a rey muerto, rey puesto, también a agenda vieja,
agenda nueva que el año entrante nos traerá y la tendremos
preparada para ir estampando en ella lo que la
vida nos reserve.
Y ahora cuando ya he dicho “adiós” a la animación
y preparación de los festivales recreativos, quiero
hacer público, a través de la revista “Horizonte”,
mi agradecimiento por los buenos y alentadores servicios
que me han prestado los que han tenido a bien
tenderme una mano cuantas veces necesité su ayuda.
Gracias a todos porque con dicha colaboración hemos
podido llevar adelante esta obra benéfica y social y lo
digo sin otro afán que el agradecimiento. Por medio
de esta actividad traté de poner alegría, romper con la
rutina, sembrar buen humor y cariño, allí por donde
pasé.
Por último, doy gracias a Dios por haber llegado
hasta aquí con mis 97 años a la espalda. Los tiempos
pasados, pasados quedan aunque no olvidados. El
trabajo realizado no lo doy por cosecha perdida.
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