horizonte

(¿cuatro años?) una traída de electricidad más capaz.
Hay incluso alguna avenida con paseo central; y alguna
parte de la ciudad con hermosos edificios. Pero parece
que la Guinea “profunda” no ha cambiado, vive la
subsistencia cotidiana, deambula por las calles sin oficio
ni beneficio o continúa en los poblados la misma
vida de siempre, con un detalle diferente: algunos de
los antiguos caminos de arcilla que unían las principales
poblaciones, se han transformado en carreteras
asfaltadas. Guinea tiene petróleo, explotado por los
EE.UU.; tiene petrodólares, que permiten vivir muy
bien a algún sector del país. Es de esperar que esta
riqueza fácil encuentre un destino inteligente y racional,
en el desarrollo y la promoción de las infraestructuras
del país, de la sanidad y de la educación.
Cuando estamos de vuelta a nuestra tierra, traemos
con nosotros recuerdos de buena gente en la escuela:
de alumnos interesados y de sus dificultades; de profesores
que procuran ayudar a los alumnos y también a sí
mismos, natural, con este “plus” del cursillo. También
de unos magníficos Hermanos que están dándolo todo
Verano fecundo
por la educación a los que más necesitan. Del Hno.
Marco Antonio, que nos atendió, auxilió y compartió
su experiencia misionera de tantos años y con tantos
proyectos; fue nuestro ángel durante casi todo el tiempo,
cocinero, chófer, consejero... Le deseamos éxitos y
avances en su nuevo cometido al frente de las acciones
educativas y de formación en el Instituto Cervantes. Y
de María Luisa y de todos los demás Hermanos, con
quienes pudimos todavía convivir la última semana y a
los que veíamos ya metidos en el trabajo de los exámenes
extraordinarios, la preparación del nuevo curso, la
espera de los voluntarios que deben llegar y un sinfín
de retos que recogerán las horas y los días del curso
escolar que comienza el primero de septiembre.
Ahí quedan: En Bomudi, los HH. Javier, Miguel,
Virgilio, Ciriaco y Narcise. En Enrique Nvó, Ángel
Agustín, Marco Antonio, Manolo y Cecilio. En Lea,
Juan Pablo y Salvador, con dos voluntarios que esperan
lleguen para el comienzo del curso. Varios frentes
y un buen trabajo por delante. Les vendría muy bien la
ayuda de algún Hermano más que se animase a dejar
un poco de sí en este cacho de tercer mundo. Y albergan
una esperanza: que el Señor suscite vocaciones
sólidas para esta mies, donde se sigue cumpliendo
como en pocos lugares lo de encontrar hijos de los
artesanos y de los pobres abandonados a sí mismos,
que no tienen quien los instruya y les anuncie que Dios
los ama y quiere que se salven y vengan al conocimiento
de la verdad. ¿Dónde puede ser más necesario y
más fiel el servicio educativo a los pobres?
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