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Reflexión
Prueba evidente de que, con la generosa autorización
del Hno. Irlide, aquellos nuestros primeros
Hermanos en España comenzaron inmediatamente a
servirse de textos franceses del Instituto traduciéndolos
y adaptándolos, es que el libro que aquí presento
luce orgullosamente, en cabeza de la portada, la leyenda
“Medalla de Oro en la Exposición Universal
de París de 1878”; este es precisamente el año en
que los primeros Hermanos llegaron a España, y la
Exposición parisina había tenido lugar 15 años antes
del contrato original del Instituto (1893) con la editorial
barcelonesa que publicó esta obra en castellano,
de que se trata en este artículo. Evidentemente, el
importante premio internacional había sido otorgado
a la edición francesa original, de la que procedía esta
edición española. Al ser semejantes en contenido esas
dos ediciones, francesa y española, en esta última no
se vio problema en colgarse aquella áurea medalla
universal de años antes, con finalidad claramente
propagandística de esta nueva publicación escolar
española. Lo que contribuiría, sin duda, a extender su
conocimiento y aprecio entre el público interesado.
(Un paréntesis final: El Marqués de Pidal, de quien
hablo al comienzo de estas líneas, era el padre de la
recientemente canonizada Santa Maravillas de Jesús,
nacida en 1891. Por lo que ya queda indicado de las
buenas relaciones de don Luis de Pidal con el Hno.
Visitador Justino, considero seguro que, por urbanidad
y por agradecimiento hacia él, los Hermanos
harían llegar al aristócrata sus primeras publicaciones
editoriales, que él les había recomendado con tanto
interés. Y, en consecuencia, lo más normal era que
aquellos libros llegaran a su hija, en plena edad escolar;
y eso era aún más normal ocurriendo, según
afirma su biografía, que la enseñanza escolar de Maravillas
fue familiar, domiciliaria, hasta su juventud.
¡Maravillas con los primeros libros escolares lasalianos
en sus manos de buena estudiante! Maravillas
aprendiendo en ellos Aritmética, Gramática −bajo la
supervisión de su padre, que era académico de la
Lengua−, y Geografía española; en la que pudo
aprender que el centro geográfico de la Península es
el Cerro de los Ángeles, en el que −sin saberlo entonces−
ella tendría un hermoso destino que cumplir).
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