horizonte

estudiar en España o en otro país. O en Guinea, donde
la calidad de la enseñanza es aún pobre.
Para intentar ayudarlos, hemos dedicado nuestro
mes. No ha sido una ‘aventura’ muy original, pues es
semejante a nuestros quehaceres normales, pero sí ha
tenido el pequeño exotismo del lugar, de los alumnos
de otro color, de otros ojos y de otras sonrisas.
Verano fecundo
También de otro interés. Y nos deja la evidencia de
cuán necesario es en este país, como en tantos otros
de este castigado continente, el servicio educativo a
los pobres. Mucho más necesario que en muchos
otros lugares. Nuestros Hermanos merecen todo
nuestro ánimo y apoyo.
Proyecto de verano. La Salle – Lea
C
asi escribimos todavía entre Bata – Malabo –
Casablanca - Madrid….
Somos Daniel Tomé, profesor y jefe de estudios
del Colegio La Salle, del Ferrol, y Luis Miguel,
de la comunidad de La Salle, de Barcelos. Acabamos
de terminar nuestra estancia en el Colegio La Salle, de
Lea, en Guinea Ecuatorial. Una “aventura” que, por
fin, conseguíamos iniciar el día 11 de julio. Digo que
conseguíamos, porque, hasta dos días antes de la fecha,
no teníamos los papeles en regla. Claro; cuando hemos
llegado aquí, nos lo hemos explicado un poco. Hemos
visto al Hno. Marco ir un día sí y otro también a “Seguridad”
para pedir unas firmas y se cumplía a la letra
lo del “vuelva usted mañana”. Y, después de conseguir
una firma, los papeles iban para Malabo, a la Interpol;
y, de allí, pues quince días, un mes…; no sabemos,
porque, habiendo iniciado los trámites para dos voluntarios
y el Hno. Cecilio el día 18 de julio, hoy, día 13
de agosto, cuando nos marchamos, dejamos a la gente
practicando la virtud de la esperanza. A ver si pueden
llegar al comienzo de curso, para el 1 de septiembre.
No está claro…
Así son por aquí los trámites. Y para sacar un billete
de avión: esperar horas y tener que sacarlo de extranjis,
con un pago añadido. Gente que se cuela, uso
de amistades, pago de un plus… Un desorden aprovechado
para sacar “propinas” poco discretas.
Bueno. Pero llegamos a Bata, estuvimos en Bata un
mes y, ahora, tras otros trámites, esperas, aprender a
abrirse paso y alguna ayuda providencial, que nunca
falta, estamos volviendo a Madrid.
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