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Nos esperan<br />
le encontramos en Roma como estudiante; será<br />
profesor del escolasticado en Bujedo en 1963 y del<br />
noviciado en las Arcas Reales (Valladolid) de 1964<br />
al 67. Vuelve a Bujedo como secretario del Distrito,<br />
hasta 1970, en que irá a Santiago de Compostela<br />
como director del colegio. En 1973 será director<br />
del Colegio Oficina San José en la ciudad de Oporto<br />
(Portugal). Fueron años difíciles que le hicieron merecer<br />
un año sabático que dedicó a estudios teológicos<br />
en el curso 75-76 en Madrid, ciudad en la que<br />
permanecerá los 12 años siguientes como director de<br />
la revista Vida y Luz y Secretario General Adjunto de<br />
FERE. En 1988 la obediencia le lleva a Roma para<br />
ser Secretario de la Misión educativa del Instituto<br />
hasta 1992 y como director de publicaciones hasta el<br />
año 2001. Regresa a Madrid a la comunidad del Centro<br />
Regional La Salle para encargarse del Archivo y<br />
trabajar su tesis doctoral. Y en el año 2006 se incorpora<br />
a la que será su última comunidad: la Residencia<br />
La Salle de Aravaca, del Sector de Madrid. Aquí<br />
vivirá los últimos cinco años investigando y escribiendo.<br />
Recordamos con cariño su última obra: los<br />
cuatro volúmenes donde nos presenta la traducción<br />
de las cuatro primeras biografías de san Juan Bautista<br />
de La Salle. Se le notaba inmensamente feliz<br />
cuando nos presentó su trabajo al Grupo de Hermanos<br />
Animadores de las comunidades del Distrito<br />
ARLEP reunidos en Guadarrama el curso pasado.<br />
He nombrado su última comunidad, la Residencia<br />
La Salle de Aravaca. Quiero aprovechar este momento<br />
para agradecer de corazón al Hno. Aquilino, Visitador<br />
auxiliar del Sector de Madrid, al Hno. Amancio,<br />
director de la comunidad, y a todos los Hermanos<br />
que la componen, la acogida fraterna que habéis<br />
tenido con el Hno. José María y, de modo especial,<br />
vuestra compañía inestimable en las últimas semanas<br />
de su enfermedad. Me hablabas, Aquilino, de las<br />
conversaciones, desde el corazón, que has mantenido<br />
con él los últimos días y cómo apretaba fuertemente<br />
tu mano al recibir el sacramento de la Unción de<br />
Enfermos hace unos días. José María y todos nosotros<br />
te lo agradecemos, Hermano.<br />
Te nos has ido José María casi sin avisarnos. En la<br />
última entrevista que tuvimos en Aravaca, el pasado dos<br />
de julio, estabas contento y con muchas ganas de seguir<br />
trabajando. Me hablabas de cinco proyectos de investigación<br />
que estabas realizando simultáneamente. Ese<br />
mismo día te comprometiste conmigo a animar el retiro<br />
de Semana Santa en la Residencia de las Arcas Reales<br />
en Valladolid. No vas a tener más remedio que cumplir<br />
tu palabra y predicarnos desde el cielo. Porque lo tuyo<br />
siempre fue aprovechar la vida al máximo, incansable<br />
en el trabajo, aportando tus saberes para beneficio de los<br />
demás. Ahora te toca seguir haciéndolo, como resucitado,<br />
disfrutando de la compañía del Padre Dios.<br />
A nosotros nos corresponde proclamar la misma<br />
oración de Jesús al Padre, al gloriarse en los de corazón<br />
sencillo, en los de espíritu humilde, en los que<br />
tienen la mente dispuesta para acoger las maravillas<br />
de Dios que se hacen realidad en los pequeños detalles<br />
de cada día: “Bendito seas Padre… porque has<br />
ocultado estas cosas a los sabios… y se las has revelado<br />
a la gente sencilla…” (Lc 10, 21).<br />
No es fácil conjugar sabiduría y sencillez, grandes<br />
dotes intelectuales y la oscuridad de un despacho de<br />
trabajo. Nuestro Hermano José María supo hacer el<br />
equilibrio de ver a Dios en lo pequeño y de saborear<br />
la hondura de Dios en lo grande; supo conjugar y nos<br />
enseñó que la investigación y el saber no están reñidos<br />
con la sencillez y el trabajo cotidiano de descubrir<br />
a Dios presente en medio de la actividad diaria.<br />
Cuando todavía tenía muchas ganas de seguir<br />
construyendo el Reino aquí en la tierra, el Señor le ha<br />
llamado para seguir haciendo, con otro ritmo (el del<br />
cielo) lo que hizo tan bien entre nosotros. Dios, Padre<br />
bueno, tendrá una extensa colección de fichas con<br />
datos incompletos de tantos Hermanos como le han<br />
precedido a nuestro Hermano José María y Él, el<br />
Padre, le habrá asignado este trabajillo de completarlas<br />
para “no perder comba”. Y, en la amplia y espaciosa<br />
sala del cielo donde se conjugan muy bien archivos,<br />
bibliotecas y ordenadores, nuestro Hermano<br />
seguirá buscando ese sello que ponga la rúbrica oficial<br />
al libro que cierra las páginas de la vida, esperando<br />
la resurrección de todos. Él, nuestro Hermano,<br />
nos devuelve el mensaje captado para que no olvidemos:<br />
“Dichosos los ojos que ven lo que vosotros<br />
veis”, porque hoy se hace realidad que nuestro Hermano<br />
vive para siempre, ya, en el cielo.<br />
Hermano José María: preséntale a Dios la ficha de<br />
nuestra vida para que él borre los rasgos menos bonitos<br />
de ella y complete aquello que nos falta y que no<br />
sabemos qué letra o qué color hay que usar. Échale tú<br />
una mano, pues seguimos esperando tu ayuda, ahora<br />
que vives eternamente con él en el cielo.<br />
Disfruta de la paz y el descanso del Padre.<br />
¡Que así sea! <br />
<strong>horizonte</strong>