La vida de las abejas - Fieras, alimañas y sabandijas
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Mauricio Mæterlinck don<strong>de</strong> los libros son gratis<br />
sus heroínas, y que nunca ha, abierto una sola <strong>de</strong> <strong>las</strong> zumbantes colmenas,<br />
como inflamadas <strong>de</strong> a<strong>las</strong>, que es necesario violar antes que nuestro<br />
instinto se amol<strong>de</strong> a su secreto, antes <strong>de</strong> quedar impregnado por la<br />
atmósfera, el perfume, el espíritu, el misterio <strong>de</strong> <strong>las</strong> vírgenes laboriosas.<br />
Aquello no huele a miel ni a abeja, y tiene el <strong>de</strong>fecto <strong>de</strong> muchos <strong>de</strong><br />
nuestros libros sabios, cuyas conclusiones son a menudo preconcebidas,<br />
y cuyo aparato científico está formado por un enorme cúmulo <strong>de</strong><br />
anécdotas dudosas y tomadas <strong>de</strong> todas <strong>las</strong> manos. Por lo <strong>de</strong>más, rara<br />
vez me encontraré con él en mi trabajo, porque nuestros puntos <strong>de</strong><br />
partida, nuestros puntos <strong>de</strong> vista y nuestros objetos son muy diversos.<br />
<strong>La</strong> bibliografía <strong>de</strong> la abeja (comencemos por los libros para quedar<br />
más pronto libres <strong>de</strong> ellos y llegar a la fuente misma, <strong>de</strong> esos libros),<br />
es <strong>de</strong> <strong>las</strong> más extensas. Des<strong>de</strong> el origen, ese pequeño ser extraño,<br />
que vivo en sociedad, bajo leyes complicadas y que ejecuta en la sombra<br />
trabajos prodigiosos, atrajo la curiosidad <strong>de</strong>l hombre. Aristóteles,<br />
Catón, Varron, Plinio, Colummella, Palladio, se ocuparon <strong>de</strong> ella, sin<br />
hablar <strong>de</strong>l filósofo Aristomaco que, según dice Plinio, <strong>las</strong> observó<br />
durante cincuenta, y ocho años, y <strong>de</strong> Phylisco <strong>de</strong> Thasos, que vivió en<br />
lugares <strong>de</strong>siertos, para, no ver sino <strong>abejas</strong>, y recibió el sobrenombre <strong>de</strong><br />
El Salvaje. Pero esa es más bien la leyenda <strong>de</strong> la abeja, y todo lo que<br />
<strong>de</strong> ello se pue<strong>de</strong> sacar, es <strong>de</strong>cir, casi nada, se encuentra resumido en el<br />
canto cuarto <strong>de</strong> <strong>las</strong> Geórgicas <strong>de</strong> Virgilio.<br />
Su historia no comienza hasta el siglo XVII, con los <strong>de</strong>scubrimientos<br />
<strong>de</strong>l gran sabio holandés Swammerdam. Conviene, sin embargo,<br />
agregar un <strong>de</strong>talle poco conocido, y es que, antes <strong>de</strong> Swammerdam,<br />
un naturalista flamenco, Clutio, había afirmado ciertas verda<strong>de</strong>s importantes,<br />
entre otras la <strong>de</strong> que la reina es la madre única <strong>de</strong> todo su<br />
pueblo y posee los atributos <strong>de</strong> ambos sexos; pero no <strong>las</strong> había probado.<br />
Swammerdam Inventó verda<strong>de</strong>ros métodos <strong>de</strong> observación científica,<br />
creó el microscopio, imaginó inyecciones conservadoras, fue el<br />
primero que disecó <strong>las</strong> <strong>abejas</strong>, precisó <strong>de</strong>finitivamente, por el <strong>de</strong>scu-<br />
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