La vida de las abejas - Fieras, alimañas y sabandijas
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Mauricio Mæterlinck don<strong>de</strong> los libros son gratis<br />
XIII<br />
Este caso, aunque rara, vez se presente tan claro, no es único en la<br />
historia natural. Vese en él al <strong>de</strong>snudo, la, lucha entre la voluntad consciente<br />
<strong>de</strong>l triongulino que quiere vivir y la voluntad obscura y general<br />
<strong>de</strong> la Naturaleza, <strong>de</strong>seosa también <strong>de</strong> que viva y hasta <strong>de</strong> que fortifique<br />
y mejore su <strong>vida</strong>, más <strong>de</strong> lo que su propia voluntad lo impulsaría a<br />
hacerlo. Pero por una inadvertencia extraña, el mejoramiento impuesto<br />
suprime la <strong>vida</strong> misma <strong>de</strong>l mejor, y el Sitaris Colleti, hubiera <strong>de</strong>saparecido<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> hace mucho, si algunos individuos aislados por una casualidad<br />
contraria a <strong>las</strong> intenciones <strong>de</strong> la Naturaleza, no escaparan a la<br />
excelente y previsora ley que por todas partes exige el triunfo <strong>de</strong> los<br />
más fuertes.<br />
Ocurre, pues, que la gran potencia que nos parece inconsciente,<br />
pero necesariamente sabia, puesto que, la <strong>vida</strong> que organiza y sostiene,<br />
le da siempre, la razón, ¿ocurre, pues, que cometa errores? Su razón<br />
suprema, que invocamos cuando hemos tocado a los límites <strong>de</strong> la<br />
nuestra, ¿tiene, también sus <strong>de</strong>sfallecimientos? Y si los tiene, ¿quién<br />
los corrige?<br />
Pero volvamos a su intervención irresistible cuando toma la forma<br />
<strong>de</strong> partenogénesis. Y no olvi<strong>de</strong>mos que estos problemas, planteados en<br />
un mundo que, parece tan lejano <strong>de</strong>l nuestro, nos tocan muy <strong>de</strong> cerca.<br />
En primer lugar, es probable, que en nuestro propio cuerpo, que tanto<br />
nos envanece, <strong>las</strong> cosas pasen <strong>de</strong> la misma manera. <strong>La</strong> voluntad o el<br />
espíritu <strong>de</strong> la Naturaleza, al operar en nuestro estómago, nuestro corazón<br />
e la parte inconsciente <strong>de</strong>, nuestro cerebro, no <strong>de</strong>be diferir en nada<br />
<strong>de</strong>l espíritu o <strong>de</strong> la voluntad que ha puesto en los animales más rudimentarios,<br />
<strong>las</strong> plantas y los mismos minerales. A<strong>de</strong>más, ¿quién se<br />
atrevería a afirmar que, no se producen jamás en la esfera consciente<br />
<strong>de</strong>l hombre., intervenciones más secretas pero no menos peligrosas? En<br />
el caso que nos ocupa, ¿quién tiene razón, en resumidas cuentas, la<br />
Naturaleza o la abeja? ¿Qué suce<strong>de</strong>ría si ésta, más dócil o más inteligente,<br />
comprendiendo <strong>de</strong>masiado bien el <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> la Naturaleza, la<br />
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