La vida de las abejas - Fieras, alimañas y sabandijas
La vida de las abejas - Fieras, alimañas y sabandijas
La vida de las abejas - Fieras, alimañas y sabandijas
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
www.elaleph.com<br />
<strong>La</strong> <strong>vida</strong> <strong>de</strong> <strong>las</strong> <strong>abejas</strong> don<strong>de</strong> los libros son gratis<br />
magnífico en que todas <strong>las</strong> flores <strong>las</strong> llaman, parecen acometidas por la<br />
embriaguez, mortal <strong>de</strong>l trabajo, y con <strong>las</strong> a<strong>las</strong> rotas, con el cuerpo reducido<br />
a nada y cubierto <strong>de</strong> heridas, perecen casi todas en menos <strong>de</strong><br />
cinco semanas.<br />
Tantus amor florum, et generandi gloria melis, exclama Virgilio,<br />
que nos ha transmitido, en el cuarto libro <strong>de</strong> <strong>las</strong> Geórgicas, consagrado<br />
a <strong>las</strong> <strong>abejas</strong>, los errores encantadores <strong>de</strong> los antiguos, que observaban<br />
la Naturaleza, con ojos todavía <strong>de</strong>slumbrados por la presencia <strong>de</strong> los<br />
imaginarios dioses.<br />
33<br />
XII<br />
¿ Por qué renuncian al sueño, a <strong>las</strong> <strong>de</strong>licias <strong>de</strong> la miel, al amor, a<br />
los adorables ocios que, por ejemplo, conoce su hermana alada la mariposa?<br />
¿No podrían vivir corno ella? El hambre no <strong>las</strong> hostiga. Dos o<br />
tres flores bastan para alimentaras, y visitan doscientas o trescientas<br />
por horra, para acumular un tesoro <strong>de</strong> cuya dulzura no gustarán. ¿Para<br />
qué darse tanto trabajo, <strong>de</strong> dón<strong>de</strong> viene, tanta seguridad? ¿Es segura,<br />
entonces que la generación por la que morís merece tal sacrificio, que<br />
ha <strong>de</strong> ser más bella y más dichosa, que hará algo que no hayáis hecho?<br />
Vemos vuestro objeto, es tan claro como el nuestro: queréis vivir en<br />
vuestra <strong>de</strong>scen<strong>de</strong>ncia, tanto como la tierra misma; más ¿qué objeto<br />
tiene ese gran empeño y la misión <strong>de</strong> esa existencia eternamente renovada?<br />
Pero, ¿ no seremos más bien nosotros, que nos atormentamos entre,<br />
la, vacilación y el error, los soñadores pueriles que nos planteamos<br />
problemas inútiles? Aunque, <strong>de</strong> evolución en evolución, hubieseis<br />
llegado a ser omnipotentes y felices, aunque hubieseis alcanzado <strong>las</strong><br />
mayores alturas para dominar <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el<strong>las</strong> <strong>las</strong> leyes <strong>de</strong> la Naturaleza,<br />
aunque fueseis, en fin, diosas inmortales, aún seguiríamos interrogándoos,<br />
y os preguntaríamos lo que esperáis, dón<strong>de</strong> os encamináis, cuándo<br />
os <strong>de</strong>tendréis, <strong>de</strong>clarándoos sin <strong>de</strong>seos. Estamos constituidos <strong>de</strong> tal<br />
modo que nada, nos satisface, que, nada, nos parece tener su objeto<br />
<strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> sí, que nada creemos que exista sencillamente, sin segunda