La vida de las abejas - Fieras, alimañas y sabandijas
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Mauricio Mæterlinck don<strong>de</strong> los libros son gratis<br />
contestar<strong>las</strong>, porque nuestra experiencia, data <strong>de</strong> ayer. Contando <strong>de</strong>s<strong>de</strong>,<br />
Réaumur, hace cerca <strong>de</strong> siglo y medio que se observan <strong>las</strong> costumbres<br />
<strong>de</strong> ciertas <strong>abejas</strong> silvestres. Réanmur sólo conocía algunas, nosotros<br />
hemos estudiado algunas más; pero centenares, millares quizá, no han<br />
sido interrogadas hasta aquí sino por viajeros ignorantes o apresurados.<br />
<strong>La</strong>s que conocemos <strong>de</strong>s<strong>de</strong> los hermosos trabajos <strong>de</strong>l autor <strong>de</strong> <strong>las</strong> Memoires<br />
no han variado en nada sus costumbres, y los abejorros que<br />
hacia 1730 se empolvaban <strong>de</strong> oro, vibraban como el <strong>de</strong>leitoso murmullo<br />
<strong>de</strong>l sol y se atiborraban <strong>de</strong> miel en los jardines <strong>de</strong> Charenton, eran<br />
completamente iguales a los que, vuelto el mes <strong>de</strong> abril, zumbarán<br />
mañana a pocos pasos <strong>de</strong> allí, en el bosque <strong>de</strong> Vincennes. Pero <strong>de</strong><br />
Réaumur a nuestros días sólo media un abrir y cerrar <strong>de</strong> ojos, y varias<br />
<strong>vida</strong>s <strong>de</strong> hombres unidas por sus extremos, no forman sino un segundo<br />
en la historia <strong>de</strong> un pensamiento <strong>de</strong> la Naturaleza...<br />
XIV<br />
Aunque la i<strong>de</strong>a que hemos seguido con la mirada haya asumido su<br />
forma suprema en nuestra abeja doméstica, eso no quiere <strong>de</strong>cir que<br />
todo en la colmena sea irreprochable. Una obra maestra, la celda hexagonal,<br />
alcanza en ella, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> todos los puntos <strong>de</strong> vista, la perfección<br />
absoluta, y todos los genios reunidos no la podrían mejorar en nada.<br />
¡Ningún ser viviente, ni el hombre mismo, ha realizado en el centro <strong>de</strong><br />
su esfera lo que la abeja en la suya; y si alguna inteligencia extraña a<br />
nuestro globo viniera a pedir a la tierra el objeto más perfecto <strong>de</strong> la<br />
lógica <strong>de</strong> la <strong>vida</strong>, sería necesario presentarle el humil<strong>de</strong> panal <strong>de</strong> miel.<br />
Pero todo no es igual a esa obra maestra. Ya hemos notado al pasar<br />
algunas faltas y algunos errores, a, veces evi<strong>de</strong>ntes, a veces misteriosos:<br />
la superabundancia y la ociosidad ruinosas <strong>de</strong> los machos, la<br />
partenogénesis, los riesgos <strong>de</strong>l vuelo nupcial, la excesiva enjambrazón,<br />
la carencia <strong>de</strong> piedad, el sacrificio casi monstruoso <strong>de</strong>l individuo a la<br />
sociedad. Agreguemos a esto una propensión extraña, a almacenar<br />
enormes cantida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> polen, que no utilizadas se ponen rancias, se<br />
endurecen, atestan inútilmente los panales, el largo interregno estéril<br />
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