La vida de las abejas - Fieras, alimañas y sabandijas
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Mauricio Mæterlinck don<strong>de</strong> los libros son gratis<br />
el tiempo construyendo a un lado o <strong>de</strong> través, y produciendo inútilmente<br />
cera, sino que, al hallar la tarea medio hecha, se contentan con<br />
hacer ahondar y alargar cada uno <strong>de</strong> los alvéolos esbozados en la, hoja,<br />
rectificando sucesivamente los puntos en que se, aparte <strong>de</strong> la vertical<br />
más rigurosa, y <strong>de</strong> esta manera tendrán en menos <strong>de</strong>, una semana una,<br />
ciudad tan lujosa y tan bien construida. como la que, acaban <strong>de</strong> abandonar,<br />
mientras que, libradas a sus propios recursos, hubieran necesitado<br />
dos o tres meses para edificar la misma profusión <strong>de</strong> almacenes y <strong>de</strong><br />
casas <strong>de</strong> blanca cera.<br />
Bien parece que ese talento <strong>de</strong> apropiación exce<strong>de</strong> singularmente<br />
los límites <strong>de</strong>l instinto. A<strong>de</strong>más, nada tan arbitrario como esas distinciones<br />
entre el instinto y la inteligencia propiamente dicha. Sir John<br />
Lubbock, que ha hecho sobre <strong>las</strong> hormigas, avispas y <strong>abejas</strong> observaciones<br />
tan personales y tan curiosas, se inclina mucho, quizá por una<br />
predilección inconsciente y algo injusta, hacia <strong>las</strong> hormigas, que ha<br />
observado con preferencia, porque cada observador <strong>de</strong>searía, que el<br />
insecto que estudia fuese más inteligente o más notable que los <strong>de</strong>más,<br />
y bueno es precavieres contra este pequeño extravío <strong>de</strong>, amor propio;<br />
sir John Lubbock, digo, se, inclina mucho a negar a la abeja todo discernimiento<br />
y toda facultad <strong>de</strong> raciocinio <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que sale <strong>de</strong> la rutina <strong>de</strong><br />
sus habituales trabajos. Da como prueba <strong>de</strong> ello un experimento que<br />
todo el mundo pue<strong>de</strong> repetir fácilmente. Introducid en un botellín media<br />
docena <strong>de</strong> moscas y media, docena <strong>de</strong> <strong>abejas</strong>; luego, con el botellón<br />
acostado horizontalmente, volved el fondo hacia la ventana <strong>de</strong> la habitación.<br />
<strong>La</strong>s <strong>abejas</strong> se empeñarán durante horas enteras, hasta morir <strong>de</strong><br />
fatiga o <strong>de</strong> inanición, en hallar salida, a través <strong>de</strong>l fondo <strong>de</strong> cristal,<br />
mientras que <strong>las</strong> moscas habrán escapado en menos <strong>de</strong> dos minutos,<br />
por el gollete que ocupa el extremo opuesto.<br />
Sir John Lubbock saca <strong>de</strong> esto la conclusión <strong>de</strong> que la inteligencia<br />
<strong>de</strong> la abeja es extremadamente limitada, y que la mosca es mucho más<br />
hábil para salir <strong>de</strong>l paso y hallar el camino. Esta conclusión no me<br />
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IV