La vida de las abejas - Fieras, alimañas y sabandijas
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<strong>La</strong> <strong>vida</strong> <strong>de</strong> <strong>las</strong> <strong>abejas</strong> don<strong>de</strong> los libros son gratis<br />
mente la emisión <strong>de</strong>l huevo, una <strong>de</strong> <strong>las</strong> hijas la toma en sus brazos y<br />
uniendo <strong>las</strong> frentes y <strong>las</strong> bocas, parece hablarla en voz baja. <strong>La</strong> reina,<br />
bastante, indiferente hacia esas manifestaciones un tanto <strong>de</strong>saforadas,<br />
ni se precipita ni se conmueve, entregada por completo a su misión que<br />
parece ser para ella, más que un trabajo, un <strong>de</strong>leite amoroso. En fin, al<br />
cabo <strong>de</strong>, algunos segundos se levanta con calma, se aleja. un paso, da,<br />
un cuarto <strong>de</strong> vuelta sobre sí misma, y antes <strong>de</strong> introducir en ella la<br />
punta <strong>de</strong>l vientre, mete la cabeza en la celda vecina, para asegurarse <strong>de</strong><br />
que todo está en or<strong>de</strong>n, y <strong>de</strong> que no va a poner dos, veces en el mismo<br />
alvéolo, mientras dos o tres <strong>abejas</strong> <strong>de</strong> la obsequiosa escolta ruedan<br />
sucesivamente a la celda abandonada, para ver si la obra se ha consumado<br />
y ro<strong>de</strong>ar <strong>de</strong> cuidados o poner en lugar seguro el huevecillo azulado<br />
que la soberana acaba <strong>de</strong> <strong>de</strong>positar en ella. Des<strong>de</strong> ese momento<br />
hasta, los primeros fríos <strong>de</strong>l otoño la reina no se <strong>de</strong>tiene, ya, poniendo<br />
mientras la alimentan, y durmiendo si es que duerme sin <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> poner.<br />
Representa <strong>de</strong>s<strong>de</strong> ese momento la potencia <strong>de</strong>voradora <strong>de</strong>l porvenir<br />
que inva<strong>de</strong> todos los rincones <strong>de</strong>l reino. Sigue paso a paso a <strong>las</strong><br />
infelices obreras que se matan construyendo <strong>las</strong> cunas que su fecundidad<br />
reclama. Asistese, así a un concurso <strong>de</strong> dos instintos po<strong>de</strong>rosos<br />
cuyas peripecias iluminan, para mostrarnos si no para resolverlos,<br />
varios enigmas <strong>de</strong> la colmena.<br />
Suce<strong>de</strong>, por ejemplo, que <strong>las</strong> obreras logran cierta ventaja. Obe<strong>de</strong>ciendo,<br />
a sus costumbres <strong>de</strong> buenas amas <strong>de</strong> casa que se preocupan<br />
<strong>de</strong> <strong>las</strong> provisiones para los malos días, apresúranse a llenar <strong>de</strong> miel <strong>las</strong><br />
celdas conquistadas a la avi<strong>de</strong>z <strong>de</strong> la especie. Pero la, reina se acerca;<br />
es menester que los bienes materiales retrocedan ante la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> la<br />
Naturaleza, y <strong>las</strong> obreras trastornadas <strong>de</strong>socupan apresuradamente el<br />
importuno tesoro.<br />
Suce<strong>de</strong> también que su ventaja sea <strong>de</strong> un panal entero : entonces,<br />
no teniendo ante la, vista la que representa la tiranía <strong>de</strong> los días que<br />
nadie ha <strong>de</strong> ver, se aprovechan para edificar con la mayor rapi<strong>de</strong>z posible,<br />
una zona <strong>de</strong> gran<strong>de</strong>s celdas, celdas. <strong>de</strong> machos, cuya construcción<br />
es mucho más fácil y rápida. Llegada a esa zona ingrata, la reina <strong>de</strong>posita<br />
en ella <strong>de</strong>sganadamente, algunos huevecillos: la <strong>de</strong>ja atrás y va, en<br />
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