La vida de las abejas - Fieras, alimañas y sabandijas
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Mauricio Mæterlinck don<strong>de</strong> los libros son gratis<br />
<strong>abejas</strong> varía hasta lo infinito, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el árbol hueco o el caño <strong>de</strong> barro<br />
todavía en uso en Africa y en Asia, pasando por la clásica campana <strong>de</strong><br />
paja que se <strong>de</strong>staca en medio <strong>de</strong> una mata <strong>de</strong> girasoles y <strong>de</strong> malvas<br />
bajo <strong>las</strong> ventanas o en el huerto <strong>de</strong> la mayoría <strong>de</strong> nuestros cortijos,<br />
hasta <strong>las</strong> verda<strong>de</strong>ras fábricas <strong>de</strong> la apicultura movilista <strong>de</strong> hoy en día,<br />
en <strong>las</strong> que se acumulan a veces hasta ciento cincuenta kilogramos, <strong>de</strong>,<br />
miel, contenidos en tres o cuatro pisos <strong>de</strong> panales superpuestos y ro<strong>de</strong>ados<br />
<strong>de</strong> un marco que permite sacarlos, manejarlos, extraer <strong>de</strong> ellos<br />
la cosechan por medio <strong>de</strong> la fuerza centrífuga, valiéndose <strong>de</strong> una turbina,<br />
y volverlos a poner en su lugar, como si se tratara <strong>de</strong> un libro en<br />
una biblioteca bien or<strong>de</strong>nada.<br />
El capricho o la industria <strong>de</strong>l hombre introduce un día el dócil<br />
enjambre, en una u otra, <strong>de</strong> estas habitaciones <strong>de</strong>sorientadas. Toca a la<br />
mosquita darse cuenta, orientarse, modificar planos que la fuerza <strong>de</strong> <strong>las</strong><br />
cosas quiere, inmutables, por <strong>de</strong>cirlo así, <strong>de</strong>terminar en aquel espacio<br />
insólito la posición <strong>de</strong> los, almacenes <strong>de</strong> invierno que no pue<strong>de</strong>n pasar<br />
<strong>de</strong> la zona <strong>de</strong> calor <strong>de</strong>sprendido por la población medio embotada; a<br />
ella le toca, en fin, prever el punto en que se concentrarán los panales<br />
<strong>de</strong> los huevecillos, cuya colocación, so pena <strong>de</strong> <strong>de</strong>sastre, <strong>de</strong>be ser casi<br />
invariable, ni <strong>de</strong>masiado alta ni <strong>de</strong>masiado baja, ni <strong>de</strong>masiado cerca ni<br />
<strong>de</strong>masiado lejos <strong>de</strong> la puerta. Sale, por ejemplo, <strong>de</strong>l tronco <strong>de</strong> un árbol<br />
<strong>de</strong>rribado que sólo formaba una larga galería horizontal, estrecha y<br />
ap<strong>las</strong>tada, y hela aquí en un edificio elevado como una torre, y cuyo<br />
techo se pier<strong>de</strong> en <strong>las</strong> tinieb<strong>las</strong>. O bien, para aproximarnos más a su<br />
ordinaria sorpresa, habíase acostumbrado <strong>de</strong>s<strong>de</strong> ha-ce siglos a vivir<br />
bajo la cúpula <strong>de</strong>, paja do nuestras colmenas rústicas, y he aquí que, se<br />
la instala en una especie <strong>de</strong> gran armarlo o <strong>de</strong> gran cofre, tres o cuatro<br />
veces más vasto que su casa natal, y en medio <strong>de</strong> un laberinto <strong>de</strong> marcos<br />
suspendidos unos encima <strong>de</strong> otros, ora paralelos, ora perpendiculares<br />
a la entrada, y formando una red <strong>de</strong> andamiaje que embrolla todas<br />
<strong>las</strong> superficies <strong>de</strong> la mansión.<br />
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