La vida de las abejas - Fieras, alimañas y sabandijas
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<strong>La</strong> <strong>vida</strong> <strong>de</strong> <strong>las</strong> <strong>abejas</strong> don<strong>de</strong> los libros son gratis<br />
<strong>de</strong> la misma edad, su primera salida <strong>de</strong> recolectora, en medio <strong>de</strong> una<br />
conmoción muy especial, que los apicultores llaman el «fuego <strong>de</strong> artificio.»<br />
Debería, más bien, <strong>de</strong>cirse, el «fuego <strong>de</strong> inquietud.» Se ve, en<br />
efecto, que, tienen miedo; hijas <strong>de</strong> la sombra estrecha y <strong>de</strong> la muchedumbre,<br />
se ve que tienen miedo <strong>de</strong>l abismo azul y <strong>de</strong> la soledad infinita<br />
<strong>de</strong> la luz, y su júbilo vacilante está tejido <strong>de</strong> terrores. Se pasean en el<br />
umbral, vacilan, parten y retornan veinte veces. Se balancean en el aire,<br />
con la cabeza obstinadamente vuelta hacia la casa natal, <strong>de</strong>scriben<br />
gran<strong>de</strong>s círculos que se elevan Y que, <strong>de</strong> pronto, caen como bajo el<br />
peso <strong>de</strong> una pena, y sus trece. mil ojos interrogan, reflejan y conservan<br />
a la vez la imagen <strong>de</strong> todos los árboles, <strong>de</strong> la fuente, <strong>de</strong> la reja, <strong>de</strong> la<br />
espal<strong>de</strong>ra, <strong>de</strong> los techos y <strong>las</strong> ventanas <strong>de</strong> los alre<strong>de</strong>dores, hasta que el<br />
camino aéreo por don<strong>de</strong> se <strong>de</strong>slizarán al regreso, que<strong>de</strong> tan inflexiblemente<br />
trazado en su memoria como si dos hilos <strong>de</strong> acero lo señalaran<br />
en la atmósfera.<br />
He aquí un nuevo misterio. Interroguémoslo como los <strong>de</strong>más y si<br />
calla como ellos, su silencio ensanchará a lo menos con unas cuantas<br />
fanegas nebulosas pero sembradas <strong>de</strong> buena voluntad, el campo <strong>de</strong><br />
nuestra ignorancia consciente, el más fértil <strong>de</strong> los que posee nuestra<br />
acti<strong>vida</strong>d. ¿ Cómo hallan <strong>las</strong> <strong>abejas</strong> su morada que a veces, es imposible<br />
que vean, que a menudo está oculta bajo los árboles, y cuya entrada<br />
no es, en todo caso, más que un imperceptible punto en la extensión sin<br />
límites? ¿Cómo es que, transportadas en una caja a dos o tres kilómetros<br />
<strong>de</strong> la colmena, rara vez se extravían?<br />
¿<strong>La</strong> distinguen a través <strong>de</strong> los obstáculos? , oriéntanse con la ayuda<br />
<strong>de</strong> puntos <strong>de</strong> referencia o poseen ese sentido especial y poco conocido<br />
que atribuimos a ciertos animales, a <strong>las</strong> golondrinas y a <strong>las</strong><br />
palomas, por ejemplo, y que se llama el sentido <strong>de</strong> la dirección? Los<br />
experimentos <strong>de</strong> J. H. Fabre, -<strong>de</strong> Lubbock: y especialmente los do M.<br />
Romanos (Nature, 29 <strong>de</strong>, octubre <strong>de</strong> 1886), parecen establecer que no<br />
son guiadas por ese instinto extraño. Por otra parte, he comprobado<br />
más <strong>de</strong> una vez que no prestan atención alguna a la forma o al color <strong>de</strong><br />
la colmena. Parecen <strong>de</strong>tenerse más sobre el aspecto acostumbrado <strong>de</strong>l<br />
plato en que <strong>de</strong>scansa la casa, sobre la disposición <strong>de</strong> la entrada y <strong>de</strong> la<br />
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