La vida de las abejas - Fieras, alimañas y sabandijas
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Mauricio Mæterlinck don<strong>de</strong> los libros son gratis<br />
<strong>de</strong> ésta, parecerán envejecidos como lo están hoy <strong>las</strong> obras <strong>de</strong> los filósofos<br />
<strong>de</strong>l siglo pasado, llenas <strong>de</strong> un hombre <strong>de</strong>masiado perfecto y que<br />
no existe, y tantas páginas <strong>de</strong>l siglo XVIII empequeñecidas por la i<strong>de</strong>a<br />
<strong>de</strong>l dios rígido y mezquino <strong>de</strong> la tradición católica, <strong>de</strong>formada por<br />
tantas vanida<strong>de</strong>s y mentiras. No obstante, cuando no se pue<strong>de</strong> saber la<br />
verdad <strong>de</strong> una cosa, bueno es aceptar la hipótesis, que, en el instante en<br />
que la casualidad nos hace nacer, se impone más imperiosamente a la<br />
razón. Podría asegurarse que es falsa, pero mientras se la cree verda<strong>de</strong>ra<br />
es útil, reanima los ánimos e impulsa <strong>las</strong> investigaciones en una<br />
nueva dirección. Para reemplazar estas suposiciones ingeniosas parecería<br />
a primera vista más sensato <strong>de</strong>cir sencillamente la verdad profunda:<br />
que no se sabe. Pero esa verdad sólo sería benéfica si estuviera probado<br />
que no se sabrá jamás. El entretanto nos mantendría en una inmovilidad<br />
más funesta que <strong>las</strong> más enfadosas ilusiones. Estamos hechos <strong>de</strong><br />
tal modo que nada nos arrastra más lejos ni a mayor altura que los<br />
saltos <strong>de</strong> nuestros errores. Lo poco que hemos aprendido lo <strong>de</strong>bemos<br />
en el fondo a hipótesis siempre aventuradas, a menudo absurdas, y en<br />
su mayor parte menos circunspectas que la <strong>de</strong> hoy en día. Quizá fueran<br />
insensatas, pero mantuvieron el ardor <strong>de</strong> la investigación. Si el que<br />
vigila el fuego <strong>de</strong> la posada humana es ciego o muy viejo, ¿qué le<br />
importa al viajero que tiene frío y que va a sentarse a su lado? Si el<br />
fuego no se ha apagado bajo su vigilancia, ha hecho lo que pudiera<br />
haber hecho el mejor. Transmitamos ese ardor, no sólo intacto sino<br />
acrecido, y nada pue<strong>de</strong> aumentarlo mejor que esta hipótesis <strong>de</strong>l transformismo<br />
que nos obliga a interrogar con método más severo y pasión<br />
más constante, todo cuanto existe sobre la tierra, en sus entrañas, en <strong>las</strong><br />
profundida<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l mar y en la extensión <strong>de</strong>l cielo. ¿ Qué se le opone y<br />
qué se pondrá en su lugar si la rechazamos? <strong>La</strong> gran confesión <strong>de</strong> la<br />
ignorancia sapiente que se conoce pero que por lo común está inactiva<br />
y <strong>de</strong>salienta la curiosidad, más necesaria para el hombre que la sabiduría<br />
misma, o bien la hipótesis <strong>de</strong>, la fijeza <strong>de</strong> <strong>las</strong> especies y <strong>de</strong> la creación<br />
divina, que está menos <strong>de</strong>mostrada que la nuestra, que aleja para<br />
cuentran ázucar en abundancia, cesan por completo <strong>de</strong> visitar <strong>las</strong> flores.<br />
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