La vida de las abejas - Fieras, alimañas y sabandijas
La vida de las abejas - Fieras, alimañas y sabandijas
La vida de las abejas - Fieras, alimañas y sabandijas
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
www.elaleph.com<br />
<strong>La</strong> <strong>vida</strong> <strong>de</strong> <strong>las</strong> <strong>abejas</strong> don<strong>de</strong> los libros son gratis<br />
siguiera hasta el extremo, y, puesto que exige imperiosamente machos,<br />
multiplicara éstos hasta lo infinito? ¿No correría, el riesgo <strong>de</strong> <strong>de</strong>struir<br />
su especie? ¿Debe creerse que hay intenciones <strong>de</strong> la Naturaleza que es<br />
peligroso compren<strong>de</strong>r y funesto seguir con tanto ardor, y que uno <strong>de</strong><br />
sus <strong>de</strong>seos os el <strong>de</strong> que no se penetren y se sigan todos esos <strong>de</strong>seos?<br />
¿No es ese, quizá, uno <strong>de</strong> los peligros que corre la raza humana? También<br />
sentimos en nosotros fuerzas inconscientes que quieren todo lo<br />
contrario <strong>de</strong> lo que nuestra inteligencia reclama. ¿Es bueno que esa<br />
inteligencia, que, por lo común, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber girado en torno <strong>de</strong> sí<br />
misma, ya no sabe dón<strong>de</strong> ir, es bueno que reúna sus fuerzas y les añada<br />
su peso inesperado?<br />
XIV<br />
¿Tenernos <strong>de</strong>recho <strong>de</strong> <strong>de</strong>ducir <strong>de</strong>l peligro <strong>de</strong> la partenogénesis que<br />
la Naturaleza, no siempre sabe proporcionar los medios, al objeto, que<br />
lo que trata <strong>de</strong> mantener se mantiene a veces merced a otras precauciones<br />
que ha tomado contra esas precauciones mismas, y a menudo también<br />
por circunstancias extrañas que no ha previsto en manera alguna?<br />
Pero, ¿ trata <strong>de</strong> mantener algo? <strong>La</strong> Naturaleza, se dirá, es una palabra<br />
con que cubrimos, lo incognoscible, y pocos hechos <strong>de</strong>cisivos autorizan<br />
a atribuirle un objeto y una inteligencia. Es verdad. Aquí estamos<br />
manejando los vasos herméticamente cerrados que amueblan nuestra<br />
concepción <strong>de</strong>l Universo. Para no poner invariablemente sobre ellos la<br />
inscripción <strong>de</strong>sconocida que <strong>de</strong>salienta o impone silencio, les grabamos,<br />
según su forma y su tamaño, <strong>las</strong> palabras «Naturaleza», «Vida»,<br />
«Muerte», «Infinito», «Selección», «Gen <strong>de</strong> la especie», y muchos<br />
otros, así como los que nos precedieron habíanles puesto los nombres<br />
<strong>de</strong> «Dios», «Provi<strong>de</strong>ncia», «Destino», «Recompensa», etc. Eso, si se<br />
quiere y nada más. Pero si su interior permanece obscuro, por lo menos<br />
hemos ganado esto: que siendo la inscripción menos amenazadora,<br />
po<strong>de</strong>mos acercarnos a los vasos, tocarlos, aplicarles el oído con saludable<br />
curiosidad.<br />
Pero, cualquier nombre que se le ponga, lo cierto es que tino <strong>de</strong>,<br />
113