La vida de las abejas - Fieras, alimañas y sabandijas
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<strong>La</strong> <strong>vida</strong> <strong>de</strong> <strong>las</strong> <strong>abejas</strong> don<strong>de</strong> los libros son gratis<br />
parece irreprochable. Volver alternativamente hacia la claridad, veinte<br />
veces seguidas si queréis, ora el fondo, ora el gollete <strong>de</strong> la esfera transparente,<br />
y <strong>las</strong> veinte veces seguidas <strong>las</strong> <strong>abejas</strong> se volverán al mismo<br />
tiempo, para dar frente a la luz. Lo que <strong>las</strong> pier<strong>de</strong> en el experimento <strong>de</strong>l<br />
sabio inglés, es su amor a la luz y su misma razón. Evi<strong>de</strong>ntemente, se<br />
imaginan que, en toda cárcel, la salvación está <strong>de</strong>l lado <strong>de</strong> la claridad<br />
más viva, obran en consecuencia, y se obstinan en obrar con <strong>de</strong>masiada<br />
lógica. Nunca han tenido conocimiento <strong>de</strong>l misterio sobrenatural que<br />
para el<strong>las</strong> <strong>de</strong>be constituir el vidrio, esa atmósfera repentinamente impenetrable,<br />
que no existe en la Naturaleza, y el obstáculo y el misterio<br />
<strong>de</strong>ben ser tanto más inadmisibles, tanto más incomprensibles, cuanto<br />
más inteligentes sean. Mientras que, <strong>las</strong> moscas sin seso, <strong>de</strong>s<strong>de</strong>ñando la<br />
lógica, el llamado <strong>de</strong>, la luz, el enigma <strong>de</strong>l cristal, revolotean al azar en<br />
el globo, y dando con la suerte <strong>de</strong> los tontos, que, a veces se salvan<br />
don<strong>de</strong>, perecen los más cuerdos, acaban necesariamente por hallar al<br />
paso el buen gollete que <strong>las</strong> liberta.<br />
El mismo naturalista da otra prueba <strong>de</strong> la falta <strong>de</strong> inteligencia <strong>de</strong><br />
la abeja, y la halla en la página, que sigue <strong>de</strong>l gran apicultor americano,<br />
el venerable y paternal <strong>La</strong>ngstroth: «Como la Mosca -dice <strong>La</strong>ngstrothno<br />
ha sido llamada a vivir sobre <strong>las</strong> flores sino sobre substancias en<br />
que podría ahogarse fácilmente, se posa con precaución en el bor<strong>de</strong> <strong>de</strong><br />
los recipientes que contienen alimentos líquidos, y bebe con pru<strong>de</strong>ncia,<br />
mientras que la pobre abeja se arroja a ellos <strong>de</strong> cabeza y perece en<br />
seguida. El funesto <strong>de</strong>stino <strong>de</strong> sus hermanas no <strong>de</strong>tiene a <strong>las</strong> <strong>de</strong>más<br />
cuando se acercan a su vez al cebo, pues se posan como si estuvieran<br />
locas, sobre los cadáveres, y sobre <strong>las</strong> moribundas, para participar <strong>de</strong><br />
su triste suerte. Nadie pue<strong>de</strong> imaginar hasta dón<strong>de</strong> llega, su locura si no<br />
ha visto la tienda <strong>de</strong> un confitero asaltada por millares <strong>de</strong> <strong>abejas</strong> famélicas.<br />
He visto sacar<strong>las</strong> a miles <strong>de</strong> los jarabes en que se habían ahogado;<br />
posarse a miles en el azúcar hirviendo; el suelo cubierto y <strong>las</strong><br />
ventanas oscurecidas por <strong>las</strong> <strong>abejas</strong>, <strong>las</strong> unas arrastrándose, <strong>las</strong>, otras<br />
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V