La vida de las abejas - Fieras, alimañas y sabandijas
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<strong>La</strong> <strong>vida</strong> <strong>de</strong> <strong>las</strong> <strong>abejas</strong> don<strong>de</strong> los libros son gratis<br />
diatamente <strong>las</strong> hordas se reúnen y se sumergen, siguiéndola, en el mar<br />
<strong>de</strong> júbilo cuyos límpidos límites van ensanchándose. Ella, ebria con sus<br />
a<strong>las</strong> y obe<strong>de</strong>ciendo a la magnifica ley <strong>de</strong> la especie que le elige amante<br />
y quiere que sólo el más fuerte la alcance en la soledad <strong>de</strong>l éter, sube, y<br />
sube, y el aire azul <strong>de</strong> la, mañana se engolfa por primera vez en sus<br />
estigmas abdominales, y canta como la sangre <strong>de</strong>l cielo en <strong>las</strong> mil<br />
raicil<strong>las</strong> ligadas a los dos sacos <strong>de</strong> la tráquea que ocupan la mitad <strong>de</strong> su<br />
cuerpo y se alimentan <strong>de</strong> espacio. Y sigue subiendo. Tiene que llegar a<br />
una región <strong>de</strong>sierta ya no frecuentada por los pájaros que podrían perturbar<br />
el Misterio. Sube y sube, y ya la tropa <strong>de</strong>sigual disminuye y se<br />
<strong>de</strong>sgrana tras ella. Los débiles, los <strong>de</strong>licados, los viejos, los <strong>de</strong>generados,<br />
los mal alimentados <strong>de</strong> <strong>las</strong> ciuda<strong>de</strong>s inactivas o pobres, renuncian<br />
a la persecución y <strong>de</strong>saparecen en el vacío. Ya sólo queda suspendido,<br />
en el ópalo infinito, un pequeño grupo infatigable. <strong>La</strong> reina pi<strong>de</strong> un<br />
postrer esfuerzo a sus a<strong>las</strong>, y he ahí que el elegido <strong>de</strong> <strong>las</strong> fuerzas incomprensibles<br />
la alcanza, la ase, la penetra, y arrastrado por doble<br />
impulso, la espiral ascen<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> su vuelo entrelazado, gira durante un<br />
segundo como un torbellino en el <strong>de</strong>lirio hostil <strong>de</strong>l amor.<br />
<strong>La</strong> mayoría <strong>de</strong> los seres tiene la i<strong>de</strong>a confusa <strong>de</strong> que 'un azar muy<br />
precario, una especie <strong>de</strong> membrana transparente, separa la muerte <strong>de</strong>l<br />
amor, y que el pensamiento profundo <strong>de</strong> la Naturaleza quiere que se<br />
muera en el momento en que se transmite la <strong>vida</strong>. Ese temor hereditario<br />
es probablemente lo que da tanta importancia al amor. Aquí, por lo<br />
menos, se realiza en toda su primitiva, sencillez esa i<strong>de</strong>a cuyo recuerdo<br />
se cierne aún sobre el beso <strong>de</strong> los hombres. Apenas se ha realizado la<br />
unión, el vientre <strong>de</strong>l macho se entreabre, el órgano se <strong>de</strong>spren<strong>de</strong><br />
arrastrando consigo la masa <strong>de</strong> <strong>las</strong> entrañas, <strong>las</strong> a<strong>las</strong> se cierran, y fulminado<br />
por el relámpago nupcial, el cuerpo vacío gira y cae en el<br />
abismo.<br />
El mismo pensamiento que, hace poco, en la partenogénesis, sacrificaba<br />
el porvenir <strong>de</strong> la colmena a la multiplicación insólita, <strong>de</strong> los<br />
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IV