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La vida de las abejas - Fieras, alimañas y sabandijas

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Mauricio Mæterlinck don<strong>de</strong> los libros son gratis<br />

proporción, <strong>de</strong> <strong>las</strong> princesas adolescentes que aguardan su hora, envueltas<br />

en una especie <strong>de</strong> sudario, inmóviles y pálidas, pues se <strong>las</strong><br />

alimenta en <strong>las</strong> tinieb<strong>las</strong>.<br />

Y el día prescripto por el «espíritu <strong>de</strong> la colmena», una parte, <strong>de</strong>l<br />

pueblo, estrictamente <strong>de</strong>terminada <strong>de</strong> acuerdo con leyes inmutables y<br />

seguras, ce<strong>de</strong> su puesto a aquel<strong>las</strong> esperanzas todavía sin forma. En la<br />

ciudad dormida se <strong>de</strong>ja a los machos, entre quienes será elegido el<br />

amante real, a <strong>las</strong> <strong>abejas</strong> muy jóvenes que cuidan los huevecillos, y<br />

algunos millares <strong>de</strong> <strong>abejas</strong> que continuarán saqueando <strong>las</strong> flores, a lo<br />

lejos, vigilarán el tesoro acumulado y mantendrán <strong>las</strong> tradiciones morales<br />

<strong>de</strong> la colmena. Porque cada colmena tiene su moral particular. Se<br />

encuentran algunas muy virtuosas y otras muy pervertidas, y el apicultor<br />

impru<strong>de</strong>nte pue<strong>de</strong> corromper un pueblo, hacerle per<strong>de</strong>r el respeto<br />

hacia la propiedad ajena, incitarlo al saqueo, darle costumbres <strong>de</strong><br />

conquista y <strong>de</strong> holgazanería que lo harán temible para todas <strong>las</strong> pequeñas<br />

repúblicas <strong>de</strong> los contornos. Basta con que la abeja haya tenido<br />

ocasión <strong>de</strong> comprobar que el trabajo a lo lejos, entre <strong>las</strong> flores <strong>de</strong> la<br />

campiña que hay que visitar por centenares para formar una gota <strong>de</strong><br />

miel, no es ni el único ni el más rápido medio <strong>de</strong> enriquecerse, y que<br />

es, más fácil introducirse fraudulentamente en <strong>las</strong> ciuda<strong>de</strong>s mal custodiadas,<br />

o por la fuerza en <strong>las</strong> que, son <strong>de</strong>masiado débiles para <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>rse.<br />

En breve pier<strong>de</strong>n la noción <strong>de</strong>l <strong>de</strong>ber <strong>de</strong>slumbrador pero<br />

implacable que hace <strong>de</strong> ella la esclava alada <strong>de</strong> <strong>las</strong> coro<strong>las</strong> en la armonía<br />

nupcial <strong>de</strong> la Naturaleza, y a menudo cuesta mucho hacer que vuelva<br />

al camino <strong>de</strong>l bien tan <strong>de</strong>pravada colmena.<br />

Todo indica que no es la reina, sino el «espíritu <strong>de</strong> la colmena»<br />

quien resuelve la enjambrazón. Pasa con la reina lo que con los jefes<br />

entre los hombres; parece que mandan, pero ellos mismos obe<strong>de</strong>cen a<br />

26<br />

IV<br />

V

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