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La doma del jaguar - Biblioteca Virtual Universal

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mí, y me arroban... Tus pechos son como dos cervatillos mellizos, que están paciendo entre<br />

blancas azucenas...»<br />

Suspendió la lectura porque se llegó a él María <strong>del</strong> Rosario dando de mamar a un bebé<br />

rosado y hambriento.<br />

* * *<br />

El Comisario Ramón Vidal, pariente de María <strong>del</strong> Rosario y amigo desde la infancia de<br />

Francisco Arias, admiraba al agricultor, aunque sus pujos de patriarca le parecieran algo<br />

ridículos. Con frecuencia visitaba a su amigo, a quien secretamente tachaba de santón.<br />

María <strong>del</strong> Rosario, prima de Ramón Vidal, convidaba a este con mbeyú, chipa u otras<br />

golosinas <strong>del</strong> rojo tatacuá u horno que ella tenía cerca de la cocina a la intemperie.<br />

El Comisario quería siempre recorrer los sembrados.<br />

-Vos, Francisco, más que agricultor sos un jardinero.<br />

-Mi mujer, tu prima, es la jardinera. ¿Viste sus rosales, sus claveles, sus santarritas? [34]<br />

-Sí, -solía argüir el Comisario-. He visto muchas veces el jardín que cuida tu señora.<br />

Pero vos, mirá esta obra tuya: ¡Estos regadíos, esos maizales, esos mandiocales! No sé<br />

cómo hacés para que no te ataquen las plagas.<br />

-Yo no trabajo solo en mis chacras. Cada uno de mis hijos cultiva su parcela. Mis hijos y<br />

mis yernos.<br />

-Vos sos un amigable componedor, como se dice, entre los miembros de tu enorme<br />

familia. <strong>La</strong> gente dice que los hijos te han salido bien. Esto es cierto pero es más cierto que<br />

vos los mantenés en paz y arreglás sus diferencias, y hoy por hoy, no existen aquí<br />

rivalidades y las cuñadas y concuñadas se llevan bien.<br />

-Gracias. Sos muy amable. Pero no olvides que en mi cocué, yo no trabajo solo: yo<br />

trabajo con mis bueyes Tigre y Colibrí. Yo personalmente los alimento con mandioca y<br />

pomelo. Cuando los voy a uncir al yugo, bajan la cabeza y me miran amistosamente.<br />

-Nunca he visto bueyes mejores que los tuyos. Son formidables.<br />

-Gracias otra vez. Vos sabés que María <strong>del</strong> Rosario y yo queremos ser buenos<br />

cristianos...<br />

-Todo el mundo lo sabe. Y todo el mundo sabe que ustedes leen la Biblia, que son los<br />

únicos que leen la Biblia.<br />

El día que así conversaban, una tarde apacible de abril, el visitante y el labrador estaban<br />

en el sesteadero, cerca <strong>del</strong> huerto-jardín de María <strong>del</strong> Rosario.

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