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La doma del jaguar - Biblioteca Virtual Universal

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hizo izar su tienda de campaña. Sobre una mesita -o un cajón- se instaló el teléfono portátil.<br />

Este teléfono no dejó de transmitir órdenes urgentes, gritadas a voz en cuello, durante unas<br />

doce horas. No recuerdo de quién iba yo acompañado ni a qué hora de aquel día entré en la<br />

tienda <strong>del</strong> caudillo. Debió de ser en un intervalo de relativa calma. El Rengo León habló de<br />

una batalla inminente esa misma noche y vaticinó el despliegue de fuerzas enemigas en dos<br />

columnas que, formando una tenaza, se cerraría detrás de nuestras líneas; esto es, de lo que<br />

el enemigo juzgaría ser una retaguardia indefensa. Una de esas columnas, conforme al<br />

vaticinio táctico, llegaría en efecto adonde se anticipaba ahora su llegada. Y esto aconteció<br />

a un kilómetro de la tienda de Rafael Franco. <strong>La</strong> columna fue recibida con fulminante [138]<br />

concentración de fuego de armas ligeras y pesadas. Se destacó en la dirección <strong>del</strong> fuego de<br />

estas últimas un joven oficial comandante de una batería de morteros. Su nombre y apellido<br />

tienen resonancia épico-legendaria en largos siglos de tradición hispánica. Su nombre y<br />

apellido son exactamente los <strong>del</strong> Cid Campeador: Rodrigo Díaz de Vivar.<br />

A media siesta llega el Comandante.<br />

Es el Rengo León un hombre austero<br />

de potente mirada y ceño adusto.<br />

Baja <strong>del</strong> automóvil ya famoso<br />

y ausculta el largo retumbar <strong>del</strong> trueno 5<br />

que cabalga, ominoso, el horizonte.<br />

Le cruza el ancho pecho la correa<br />

<strong>del</strong> catalejo, y lleva sobre el vientre,<br />

bajo el cinto que ciñe la guerrera,<br />

atravesada, una pistola negra. 10<br />

Se quita el casco, enjúgase la frente;<br />

pero el pañuelo que el sudor le absorbe<br />

el ceño preocupado no le borra.<br />

-¡Corten el cable -ordena- <strong>del</strong> teléfono!<br />

El cable cortan unas manos rápidas 15<br />

y a él conectan la caja que transmite<br />

las órdenes marciales <strong>del</strong> caudillo.<br />

Y ya todo el Sector, galvanizado,<br />

escucha aquella voz autoritaria<br />

que calma la ansiedad de los Comandos: 20<br />

¡Sobre el camino, a escalonarse todas<br />

las tropas con sus armas y bagajes!

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