La doma del jaguar - Biblioteca Virtual Universal
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otra a ambos lados de lo que llamaremos aquí cureña, completaban la construcción de un<br />
tipo de cañón naval como los <strong>del</strong> tiempo de Lord [124] Nelson y de piratas anteriores y<br />
posteriores al héroe de Trafalgar. Y como también conseguíamos «pólvora de guerra» -<br />
negra, brillante, susurrante, cuando pasaba <strong>del</strong> hueco de una mano al hueco de otra mano-,<br />
y como utilizábamos el plomo de las balas perdidas y de otras por milagro conseguidas,<br />
éramos dueños, mis hermanos y yo, de una artillería secreta. El Gobierno y la Revolución<br />
nada sabían de ella. Esta artillería, a la hora de la siesta, hacía salvas<br />
con mucho fogonazo y sordo trueno...<br />
¡Qué felicidad aquello de tener formaciones de rígidos soldaditos de plomo -hermosa<br />
infantería- y, además, una artillería de bronce, algo obsoleta, es claro, pero que lanzaba<br />
salvas de verdad!<br />
Bien: ahora entremos en el patio de la casa Nº 380 de la calle Wilson. Yo estoy en ese<br />
patio al pie <strong>del</strong> paredón. Tengo mis soldaditos sobre una suerte de poyo, verdadera repisa<br />
de ladrillo y argamasa lo suficientemente larga como para desplegar sobre ella un<br />
regimiento de infantería apoyado por piezas de artillería de bronce. Y leamos el poemita<br />
escrito años después y que no figura en mi poemario El portón invisible publicado aquí en<br />
Asunción, sino en otros dos anteriores dados a luz en México y Venezuela,<br />
respectivamente. Este poemita se titula «Revolución». Y tener en cuenta que esos<br />
«escalofríos de la noche», son las balas silbadoras, invisibles, que pasan sobre nuestra casa<br />
a oscuras por dentro y por fuera: [125]<br />
El tiroteo pica el horizonte.<br />
<strong>La</strong> casa, insomne, escucha el trazo aéreo<br />
de los escalofríos de la noche.<br />
Debe de estar clareando. Amarillean<br />
las rendijas, geométricos encajes 5<br />
que el alba teje en puertas y ventanas.<br />
Ese cañón se acerca.<br />
Cada hora más próximo martilla.<br />
Llueven trozos de vidrio.<br />
El aire es pólvora y relámpago. 10<br />
A media tarde cesa el bombardeo.<br />
Se oyen aún los silbos por el cielo<br />
pero en débil parábola sin blanco.<br />
Abren el cuarto verde. Dan permiso<br />
de jugar en el patio. 15