La doma del jaguar - Biblioteca Virtual Universal
La doma del jaguar - Biblioteca Virtual Universal
La doma del jaguar - Biblioteca Virtual Universal
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
¡Qué ancho es este alféizar que ahora ilumina la última claridad <strong>del</strong> crepúsculo! En el<br />
caserón de los Carísimo, en la Asunción, cuyos muros coloniales tienen -tenían porque ya<br />
no existen- configuración semejante a los de este aposento, había alféizares muy anchos.<br />
Mamá solía contar, que cuando chica, dormía, en noches de verano, en uno de estos<br />
alféizares y que nunca hubo peligro de que cayera de él a la calle Ribera que es hoy<br />
Benjamín Constant.<br />
<strong>La</strong> humedad en la habitación medieval, ¿será consecuencia de lluvias recientes sobre<br />
este gótico campus de Oxford, o exudación de los siglos agazapados en los oscuros<br />
rincones? Sobre la cabecera veo un antiguo farol de hierro. Un tiempo debió de haber en él<br />
luz de vela; después, luz de gas. Ahora tiene dentro una considerable bombilla eléctrica. Yo<br />
enciendo esta bombilla.<br />
Hay que descansar después de tanto trajín. Voy hacia la puerta, que está de par en par<br />
abierta hacia afuera, y atraigo hacia mí las dos venerables hojas hasta dejarla cerrada. No<br />
veo ningún cerrojo, ninguna tranca; veo sí el ojo largo, vertical de una cerradura vacía, esto<br />
es, sin presencia de la llave. <strong>La</strong> cerradura no está adentro; la puerta no se cierra, con llave,<br />
por dentro.<br />
Ahora me acuesto en la cama descomunal pero no voy a dormir todavía. Metido entre<br />
las sábanas, en pijama, tiro de una de las frazadas y hago que esta me cubra hasta las<br />
rodillas. Voy a dar una lectura a mi ponencia, como ahora se dice: quiero planear bien los<br />
cambios de voz y las pausas; quiero subrayar con lápiz rojo las frases que requieren énfasis<br />
especial. ¿Cómo se titula mi ponencia? Pues el [173] título que le he puesto es casi todo un<br />
discurso. Estamos en 1962 y la novela Hijo de hombre no ha logrado todavía la difusión<br />
que logrará años después. Leamos el título «El sentido universalista Hijo de hombre de<br />
Augusto Roa Bastos o la intrahistoria <strong>del</strong> Paraguay».<br />
El silencio es profundo, como de cripta, en el aposento medieval sometido a la gravedad<br />
de las torres góticas cuyas espiras hienden el cielo negro de esta noche que me parece<br />
intemporal. Yo leo en voz alta, porque es buen ejercicio oratorio y, además, porque hay que<br />
vencer el silencio. Llego a una página cuya lectura exige dramatismo: «... Miguel Vera<br />
tiene, sin duda, en su prosa el mismo don poético que su creador, de tal modo que ella<br />
aparece a menudo como estriada o veteada de armoniosas líneas musicales, versos que al<br />
poeta Roa se le vienen inconscientemente a los puntos de la pluma.<br />
«Lo que hay de mítico en los orígenes de Macario y de soñado o transformado en la<br />
evocación de Miguel Vera, contribuyen a la poética esfuminación de las figuras dibujadas<br />
en la historia. He aquí ahora el retrato físico de Macario Francia:<br />
Hueso y piel, doblado hacia la tierra, solía vagar por el pueblo en el sopor de las siestas<br />
calcinadas por el viento norte. Han pasado muchos años, pero de esto me acuerdo. Brotaba<br />
de cualquier parte, de alguna esquina, de algún corredor en sombra. A veces se recostaba<br />
contra un mojinete hasta no ser sino una mancha más sobre la agrietada pared de adobe. El<br />
candilazo de la resolana lo despegaba de nuevo. Echaba a andar tantaleando el camino con<br />
su bastón de tacuara...