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La doma del jaguar - Biblioteca Virtual Universal

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Admiraba yo la moda de aquella época: todas llevaban sweaters de colores claros:<br />

blancos, amarillos o rosados, que hacían resaltar las curvas <strong>del</strong> busto. Sobre este lucían un<br />

collar de perlas. <strong>La</strong>s faldas eran de color oscuro.<br />

Se me acercó rápidamente una de esas rubias muchachas, de unos veinte años, ojos<br />

azules, peinado paje.<br />

-¿Habla usted español? -me pregunta. [189]<br />

-Sí, ¿cómo lo sabe?<br />

-Es evidente que usted está aquí perdido y que tiene cara de latino. ¿Quiere usted que lo<br />

lleve al despacho <strong>del</strong> profesor Neale-Silva? Él es amigo de todos los latinoamericanos de<br />

Madison.<br />

Subimos una escalera y llegamos al segundo piso, en cuya ala izquierda estaban las<br />

oficinas <strong>del</strong> Departamento de Español y Portugués.<br />

Mi guía -Patricia se llamaba- ya sabía mi nombre y me presentó al inminente catedrático<br />

chileno. Patricia hablaba español con gran facilidad.<br />

-¡Ah, ustedes de Paraguay! me dijo sonriendo Eduardo Neale-Silva. No sospechaba yo<br />

que aquel sabio señor distinguidísimo que más parecía un embajador que un catedrático, iba<br />

a ser mi futuro gran maestro, un paternal amigo y, finalmente, diez años después, el director<br />

de mi tesis doctoral en la Universidad de Wisconsin. [190] [191]<br />

Aparición <strong>del</strong> ángel<br />

- I -<br />

Buenos Aires, Avenida de Mayo. Son las cinco, acaso más de la cinco de la tarde. Mes<br />

de abril. En las vastas aceras paralelas, hermosamente arboladas, hormiguea un denso<br />

transitar de apresurados peatones. <strong>La</strong> larga, ancha calzada -se diría que cruzase toda la<br />

ciudad, desde el majestuoso Congreso hasta la remota (imaginada) reverberación <strong>del</strong> río.<br />

Pero no ha de ser así; no lo es. Hay prisa, hay impaciencia en los automotores que<br />

convulsionan en río de oscuro y brillante metal el cauce asfaltado gris, casi negro, de la<br />

calzada. Los coches, los camiones, los autobuses van tan cerca uno detrás de otro como en<br />

un inminente peligro de entrechocarse. <strong>La</strong> avenida, que fue la mejor de Buenos Aires<br />

durante años, sigue siendo espléndida a despecho de la decadencia o semidecadencia que se<br />

oye comentar a la gente. Pero claro está, la gente, como se ha dicho muy bien, es todo el<br />

mundo y nadie.

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