La doma del jaguar - Biblioteca Virtual Universal
La doma del jaguar - Biblioteca Virtual Universal
La doma del jaguar - Biblioteca Virtual Universal
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
alma cándida de muchacha primitiva, sí, pero exquisita de varias maneras, sino de la<br />
condición de la mujer en Piré-Tú.<br />
Aquella gente era feliz, sin ninguna duda; los hombres, sin embargo, gozaban de<br />
demasiados privilegios. <strong>La</strong>s mujeres eran siervas de los varones. Artemisa me hacía ver<br />
todo esto con ingenua naturalidad. Yo empecé a sentir profunda lástima por las mujeres de<br />
Piré-Tú. Más que lástima, ganas de hacer justicia. ¿Cómo? ¿Yo, un perseguido político con<br />
mis amigos poderosos en la cárcel o el destierro? ¿Cómo me iba a meter a redentor de la<br />
mitad de los pobladores de Piré-Tú ahora que descubría algo muy valioso en la ignorancia y<br />
en lo que se llama barbarie? El verso, un verso de un gran poeta inglés se oponía, tenaz, a<br />
mi deseo de redención. Es éste:<br />
Where ignorance is bliss Tis folly to be wise:<br />
«Donde la ignorancia es felicidad, es tontería ser juicioso.» Sí, el verso de Thomas Gray<br />
quería disuadirme.<br />
Cuando yo regresaba de mis trabajos en el campo a la casa estancia, Artemisa espiaba<br />
mi regreso y corría a mi encuentro. Apenas me apeaba de mi zaino, me sacaba ella las<br />
perneras y los zapatos y las espuelas. Insistía en lavarme los pies. Yo por mi parte solía<br />
bañarla con jabón jú o jabón negro, esto es, mixtura de sebo de vaca y frutas negras. Ella<br />
me agradecía este servicio conmovedoramente. Al terminar el baño, me miraba con grandes<br />
ojos mansos como los de un perrito temeroso de castigo.<br />
Y poco a poco, yo que como hijo <strong>del</strong> patrón en más de una estancia bárbara aunque no<br />
tan bárbara como Piré-Tú, y que me había criado más como un bárbaro que como un<br />
civilizado; yo que nunca me había cuestionado mi uso y mi abuso de muchachitas<br />
quinceañeras; yo le dije una fría mañana a Artemisa:<br />
-Mirá Artemisa, desde hoy en a<strong>del</strong>ante ya no me lavarás los pies. [47]<br />
Ese mismo día ideé un plan. Su ejecución, a los ojos de aquella gente primitiva, iba a<br />
parecer algo perfectamente legítimo para no decir sagrado.<br />
El jefe de la Iglesia Nacional en aquel tiempo era Monseñor Juan Sinforiano Bogarín, un<br />
verdadero prócer. Bien: decidí que de él había recibido plenos poderes sacerdotales. Sin<br />
pérdida de tiempo fui a visitar a Paí Boró. Gravemente le comuniqué que el próximo<br />
domingo quería yo ver reunida frente a su rancho a la gente de Piré-Tú. <strong>La</strong>s parejas<br />
amancebadas, con sus mejores ropas formarían dos filas paralelas, dedos en dos, se<br />
entiende, sobre la explanada que rodeaba el rancho <strong>del</strong> patriarca con un suelo endurecido a<br />
agua y escoba.<br />
* * *<br />
Cuando amaneció el domingo indicado me vestí con ropa talar. Es decir, me puse una<br />
capa negra, muy amplia y larga que había en un arcón escocés venido de Aberdeen,<br />
Scotland. Una capa alcanforada, en perfecto estado, y eso que tendría casi un siglo. <strong>La</strong>