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La doma del jaguar - Biblioteca Virtual Universal

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* * *<br />

Junto al Salón de las Fiestas Antiguas había un cuarto bastante amplio. Una especie de<br />

biblioteca porque unos estantes casi vacíos de libros cubrían dos de sus paredes. Una<br />

alfombra muy parecida a las <strong>del</strong> Salón había sobre el piso de este cuarto. Tuve la idea de<br />

instalar dentro <strong>del</strong> Salón una campanita, creo que más de cobre que de bronce. Esa<br />

campanita, vieja, cubierta de cardenillo, tenía un dispositivo provisto de dos tornillos con<br />

sus respectivas tuercas. Gracias a este dispositivo se la podía fijar a una barra de metal o de<br />

madera. O a la pata de un mueble.<br />

<strong>La</strong> pata <strong>del</strong> mueble que elegí fue una de las gruesas patas traseras de un sofá. Este sofá<br />

estaba adosado a una de las paredes cubiertas de tapices. Allí, bajo el sofá, bien disimulada,<br />

la campanita podía sonar con un son más o menos lúgubre si un cable la sacudía ex profeso.<br />

Este cable [55] tenía que ser colocado sin que lo descubrieran las viejas sirvientas de mi<br />

bisabuela. Artemio y yo hicimos un trabajo de alta ingeniería o, mejor, de baja ingeniería:<br />

¿Por qué de baja ingeniería? Porque un resbaladizo cordón, si así puede decirse, fue asido<br />

al cable. El cable medía medio metro. Bien: el cordón debía ser puesto bajo la alfombra <strong>del</strong><br />

cuarto biblioteca; el cordón asomaría junto a un sillón en bastante buen estado. Este sillón<br />

era de mi propiedad exclusiva como todo el mundo sabía.<br />

Desde este sillón, podía yo hacer accionar la campanita de bronce <strong>del</strong> Salón de las<br />

Fiestas Antiguas.<br />

Ahora, gracias a la campanita, era posible una comunicación directa con el Pora.<br />

Artemio y yo ensayamos durante varios días unos diálogos con el fantasma. Nuestro Pora<br />

debía ser lacónico por razones obvias: -Señor Pora, ¿hay plata enterrada en esta casa? Por<br />

favor, conteste que sí con un toque de campana; o si no con dos toques. O no diga nada si<br />

no quiere contestar.<br />

Yo perfeccioné el sistema de comunicación de manera convincente. <strong>La</strong> campanita<br />

sonaba sin vibración demasiado viva; logré que el cordón bajo la alfombra <strong>del</strong> Salón<br />

primero y luego bajo la <strong>del</strong> cuarto-biblioteca, se moviera con soltura. Tuvimos que<br />

construir pequeños túneles no subterráneos sino subalfómbricos que permitían un<br />

deslizamiento adecuado.<br />

-Señor Pora, ¿está usted todas las noches en el salón de los Scott?<br />

Una respuesta clara aunque asordinada llegaba desde bajo el sofá <strong>del</strong> Salón: ¡Tin!<br />

Esto confirmaba la creencia extendida acerca de la antigua casa. El mismo Pora en<br />

persona daba fe ahora de su residencia espectral entre las vetustas paredes.<br />

-Señor Pora, ¿también está usted allí durante el día? En seguida la campanita contestaba:<br />

¡Tin! [56]

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